Las bacterias mutan en respuesta al uso de los antibióticos, se hacen resistentes, siguen creciendo y multiplicándose, favoreciendo que infecciones como la tuberculosis, neumonía, septicemia, gonorrea, salmonelosis, sean cada vez más difíciles de tratar debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos, con lo que se prolongan las estancias hospitalarias, aumenta la mortalidad y se incrementa el gasto sanitario. La resistencia antimicrobiana (RAM), consecuencia del mal uso se los antibióticos, se convertirá en la principal causa de muerte en el mundo en 2050 y su lucha es una prioridad para la OMS, de cara a reducir su impacto y limitar su propagación.