A los seres humanos nos resulta más fácil asociar las relaciones causa-efecto que se suceden de manera inmediata (una intoxicación alimentaria, un accidente de tráfico, doméstico o deportivo, etc.), es decir, cuando surge un problema de salud de forma inmediata y detrás está una causa perfectamente reconocible que desencadena el problema. En cambio, cuando la relación causa-efecto se produce a largo plazo, transcurre demasiado tiempo entre la causa y el efecto, nos cuesta mucho asociarlas, y esto es lo que ocurre con las enfermedades originadas por trabajar de forma continuada en ambientes contaminados o vivir en entornos degradados; es entonces cuando a los seres humanos les cuesta mucho entender la necesidad de tomar medidas para evitar que la degradación ambiental sea una de las causas de enfermedad y de muerte más importantes en la actualidad; tampoco somos capaces de asumir que nuestras actuaciones: destruyendo la biodiversidad, ocupando espacios naturales o viajando masivamente, traen consigo consecuencias como las zoonosis, enfermedades emergentes como la covid-19. Ese es el gran problema.
Cabe recordar a los trabajadores de los astilleros de Ferrol y Fene que hace algunas décadas han estado expuestos al amianto y han sufrido este grave problema, con miles de afectados y muertes, que lamentablemente siguen produciéndose en la actualidad.
Otro caso de libro es el trágico ejemplo del amianto. El mesiotelioma de pleura es un cáncer de pulmón producido por la exposición continuada al amianto, que acabó con la vida de muchas personas. El origen de esta enfermedad está en muy diversas fuentes: tejados de uralita, cubiertas de fibrocemento con amianto, tuberías de fibrocemento con amianto, etc. Cabe recordar a los trabajadores de los astilleros de Ferrol y Fene que hace algunas décadas han estado expuestos al amianto y han sufrido este grave problema, con miles de afectados y muertes, que lamentablemente siguen produciéndose en la actualidad. Esta terrible enfermedad se manifiesta muchos años después de que hayan estado expuestos al amianto, las personas que morirán en un futuro próximo ya han sufrido la exposición al amianto un tiempo atrás y lo más probable es que muchos de ellos ni siquiera lo sepan y sean conscientes de ello; lo cual no va a impedir que la enfermedad pueda matar igualmente.
Ahora estamos advertidos: si seguimos con el actual estilo de vida, ésta no será, la última zoonosis que veamos.
El largo tiempo que tardan en manifestarse las enfermedades causadas por la exposición a ambientes contaminados o degradados hace que nos despreocupemos y no le prestemos la debida atención, y como consecuencia de ello, no se ponen los medios necesarios que tenemos a nuestro alcance para solucionar un problema que puede ser letal y que la ciencia conoce con certeza. Tampoco es posible predecir a ciencia cierta y con exactitud cuando van a producirse nuevas zoonosis, nadie pudo prever que la emergencia sanitaria que padecimos se llamaría covid-19, pero sí estábamos avisados de la posible llegada de una pandemia, y pese a ello, no se puso en marcha un protocolo de actuación. Ahora estamos advertidos: si seguimos con el actual estilo de vida, ésta no será, la última zoonosis que veamos. La mejor manera de enfrentarnos a estas enfermedades emergentes, que se cruzarán de nuevo en nuestras vidas, es mediante el conocimiento y la prevención, que es lo que nos va a permitir afrontar de forma eficaz una emergencia sanitaria, en el caso de que se produzca; de ahí que tenemos que estar preparados y para eso hay que ponerse a ello cuanto antes.