Existe evidencia científica de que la mala calidad del aire en las ciudades supone una amenaza para la salud humana, ya que más de 7 millones de muertes al año en el mundo son atribuibles a la contaminación atmosférica. La exposición a la contaminación del aire afecta a la salud de los más vulnerables (en los niños: reducción del crecimiento, función pulmonar, infecciones respiratorias y agravamiento del asma; y en los adultos: cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares, son las causas más comunes de muerte prematura atribuibles a la contaminación del aire exterior.
Cada vez se hace más necesario aplicar los nuevos niveles de referencia de la calidad del aire propuestos por la OMS con la finalidad de proteger la salud de las personas que viven en grandes poblaciones, mediante la reducción de los principales contaminantes del aire, algunos de los cuales contribuyen al cambio climático. La OMS ha ajustado a la baja casi todos los niveles de referencia de la calidad del aire y advierte que superarlos supone un riesgo significativo para la salud, mientras que su estricto cumplimiento podría salvar millones de vidas.
Madrid es una gran ciudad con altos niveles de contaminación del aire, siendo los vehículos de combustión los que contribuyen mayormente a la mala calidad del aire, y sus efectos se hacen sentir en la población: aumentan los ingresos hospitalarios y las muertes atribuibles a la contaminación atmosférica. Además del impacto sobre la salud, también tiene un impacto económico. En el verano del 2022, sobrevino una ola de calor que, unido a los altos niveles de contaminación atmosférica, contribuyeron a la sobremortalidad que se produjo en España en ese momento, como consecuencia de haber coincidido diversos factores: ola de calor, contaminación atmosférica, incendios, sequía, etc.
Las soluciones en el centro de las grandes ciudades, como Madrid, con altos niveles de contaminación atmosférica, pasan por limitar la circulación de vehículos en el centro de las ciudades, prohibir la entrada al centro de la ciudad de los más antiguos y altamente contaminantes, propulsados por gasoil o gasolina; nunca hemos tenido un escenario tan favorable para descarbonizar, abandonar a los combustibles fósiles y renovar un parque automovilístico español obsoleto, y el único camino a seguir es promover e impulsar el uso del vehículo eléctrico 0 emisiones en la ciudad. España está muy lejos de Alemania e incluso de nuestra vecina Portugal, es preciso que el Gobierno central y las CCAA apuesten de verdad por la descarbonización y el uso de las energías renovables, y se pongan las pilas para que la movilidad eléctrica esté al nivel de los países más avanzados, y no en el vagón de cola de la Unión Europea.
Mi experiencia personal, viviendo en Madrid y desplazándome con mi coche eléctrico 0 emisiones atmosféricas (VW-ID3 Pro con bomba de calor), no pudo ser mejor. Te mueves con facilidad por el centro de la ciudad, puedes aparcar gratis sin restricciones de tiempo en zonas verdes y azules gestionadas por el SER, dispones de puntos de recarga -si bien hay que ampliar la red de puntos de recarga-, si bien es cierto que el kw/h es más caro en un cargador público que el cargador de tu propia casa, sobre todo si tienes un buen contrato, pero en cualquier caso, mucho más económico que el gasoil y la gasolina, y lo más importante, no contribuyes al calentamiento global y aportas tu granito de arena para la mejora de la calidad del aire de la ciudad en la que vives y contribuyes a luchar contra el cambio climático.
Es imprescindible promover y extender por parte de los gobiernos el uso del coche eléctrico en las grandes ciudades y medias, ya que con ello se conseguirá mejorar la calidad del aire urbano para avanzar hacia un aire limpio y más saludable para todos, con ello conseguiremos proteger la salud de los más vulnerables y de la población en general.
Francisco Peña
Científico y académico, experto en salud ambiental y salud pública.