lunes. 06.01.2025

Los aniversarios son de esas raras cosas que llegan con puntualidad. Y al propósito, decía Francisco de Rojas que “esto de los años yo no lo entiendo y que aunque es bueno cumplirlos no es bueno tenerlos.”

Alfredo Conde, que ahora vara en los ochenta años, es un navegante vital, un narrador de mundos, un cartógrafo de significadas palabras, un geógrafo creador de paisajes, personajes e historias que, escritas en gallego o en español, han sido traducidas al inglés, italiano, chino, francés o ruso.

Alfredo Conde y Alberto Barciela, en Santiago. Diciembre 2023. ROBERTO LEDO. 

 

Entre los reconocimientos del ilustre escritor, figuran Premios como los: Nadal, dos Nacional de Literatura y Crítica, Grinzane Cavour, Julio Camba o Fernández Latorre de periodismo, Crítica de Galicia, Blanco Amor o Chiton de Novela o Guimaraes de Cuentos. Que yo sepa, fue considerado al menos dos veces entre los finalistas del Premio Nobel de Literatura. Eso nos debería dar idea ya de su relevancia personal y profesional.

El alaricano es un personaje que confiesa, tal y como de él dijo don Paco, Francisco Fernández del Riego, que “no sabe estar”. Quizás es que le ha podido más la reivindicación del equilibro vital de ser y estar ante los demás, que su natural dosis humana de ego. Quizás a esa característica suya haya obedecido su riqueza de amores y desamores -algo particular-, sus vivencias políticas -públicas y pagables-, sus amistades extremas -de Fidel Castro a Manuel Fraga-. o los propios protagonistas de sus historias.

Alfredo Conde ni es ni permanece indiferente. Su cultura y su trayectoria, su capacidad y su carácter le impulsan a gozar de un criterio singular, de trascendencia en lo que hace, y de una forma de ser y estar firmes y decididas. La polémica, los desplantes o los irreconocimientos - especialmente los académicos-, vienen de fuera, como los bárbaros, y a estas alturas casi le resultan indiferentes.

Inmenso amigo y contertulio, habita la Casa da Pedra Aguda, en Brión, no Val da Mahía. Pasea con frecuencia Betamiráns -muy en especial es fácil encontrar lo en la Librería Bandini, del magistral Óscar Porral- o Santiago. Permanece en las referencias su Allariz natal, añora sin extremosidad Ourense y Pontevedra, acude con relativa frecuencia a Coruña o Vigo, y siente Galicia, de la que es un orgulloso y universal hijo tras ser responsable de Cultura, como Conselleiro, y el primer Presidente del Pen Club. Ha prestado servicios impagables a Terra Nai e Señora.

Tras comprobar que la vida era eso, lo otro, solo le ansia el gozar de salud y de más tiempo para compartir, en el convencimiento de que los otros existen y te hacen -la familia, los amigos, los admiradores, incluso los rivales-, en muchos modos te justifican, como las circunstancias. Es exigente consigo mismo y curioso, lee y escribe mucho. Tiene buenas intenciones y le reconozco muchos aciertos en su actitud crítica, nada seguidista, menos dogmática.

Cumplir años es cumplir momentos, apuntes de una vida llena, plena, comprometida, implicada, accionada por los resortes del afecto, respeto, sinceridad, sentido crítico, discrepancia y coincidencia. Alfredo Conde es un amistad espléndida y acogedora al que hay que agradecer sus seductoras conversaciones, enciclopédicas, vividas, ilustradas, máxime si nos acompaña otros maestro, Lois Caeiro; al que cabe reconocer sus libros, y sus referencias, que nos permiten a sus seguidores comprender y valorar mejor la existencia, gozarla. Un polímita para el que cabe solicitar las máximas distinciones de Galicia.

Salud, maestro. Carpe Diem.

Alberto Barciela

Periodista

Los primeros ochenta años de un joven Conde, don Alfredo
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