jueves. 21.11.2024

Reverendísimo Señor Obispo de la Dicócesis Tuy-Vigo, Excelentísimo señor Alcalde, miembros de la Corporación Municipal, Autoridades, Junta Directiva y miembros de la Cofradía, familiares, amigas y amigos,

Quiero hacer de este pregón una oración y dirigirme a ti, Santísimo Cristo de la Victoria, acogiendo con gran humildad y agradecimiento a la cofradía, a su señora presidenta y al sr secretario, este honor que me conceden de poder conversar contigo y de recordar, un año más, la historia de unión y devoción que te une a la ciudad de Vigo.

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Una historia que resiste al paso de los siglos y que está llena de Gracia, pues aunque las viguesas y vigueses te buscaban, no fueron ellos los que te eligieron a ti, sino Tú, Quien los elegiste a ellos.
Sin duda tu gesto de amor nos hace ser mejores y nos recuerda la fuerza que tiene esta ciudad cuando avanza con un mismo sentimiento.

Hoy quiero poner ante ti esa fuerza que conozco bien después de casi 30 años de servicio público en la Justicia de esta ciudad.

Esta experiencia me ha dado la oportunidad de conocer de primera mano el sufrimiento que producen la ira, la violencia, las adicciones, la explotación, el abuso. Pero también los signos de solidaridad y de esfuerzo colectivo que existen en esta ciudad para luchar contra ellos.

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Y pongo ante ti en primer lugar a las mujeres de Vigo, su carácter, su fortaleza, su lucha por sus hijos, sus movimientos colectivos, su fuerza en las asociaciones y en los barrios., su unión en organizaciones para combatir el abuso.

Santo Cristo, Tú pronunciaste palabras de vida para ellas, dijiste : “ Niña: levántate y anda”, las reconociste con tan sólo tocar tu manto. Ellas, las mujeres, fueron tus primeras discípulas, tus primeras testigos, te llamaron Maestro cuando nadie más te reconocía. Yo te pido que ellas puedan ser en esta ciudad, como decía Judith Stein, patrona de Europa, “ señoras de si mismas y de su cuerpo, que puedan tener un alma amplia y abierta a todo lo humano, un alma sosegada”. Y quiero ofrecerte también el esfuerzo, el trabajo diario de las Fuerzas de Seguridad, de los tribunales, de las administraciones y de los colegios de profesionales en su defensa y protección.

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Santo Cristo, Vigo es también una tierra de acogida y lo puedo decir yo que hace 30 años que salí de mis tierras riojanas. Vigo ha sido a principios del siglo XX la puerta del Atlántico, escenario de dramáticas despedidas y de emigraciones masivas. Una ciudad forjada con el esfuerzo de los que se fueron. Y sobre esos cimientos trágicos se ha construido esta tierra de acogida. En Vigo se cumple el libro del Éxodo cuando dice: “extranjeros fuisteis vosotros en las tierras de Egipto”. Tú mismo fuiste forastero en Egipto. Hoy quiero traer a tu presencia el evangelio de la misericordia que practican tantos y tantas vigueses y viguesas, en asociaciones, eclesiásticas o no ,que empeñan su tiempo y su vida en organizar la acogida, la asistencia y la integración. Así hemos sido testigos de la excepcional generosidad con la que se ha recibido a ciudadanos que huían de la guerra de Ucrania y quiero pedirte que abras nuestro corazón con todos aquellas personas que se ven forzadas a introducirse en movimientos migratorios, procedentes de otros continentes, huyendo de la miseria, el hambre, la guerra o la esclavitud. Que sepamos cumplir el evangelio de San Mateo 25, cuando dice ”cada vez que acogisteis a uno de estos pequeños, a mi me acogisteis”.

El obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro, y Juan Luis Martínez.

Quiero también compartir contigo un acontecimiento muy bonito que se está viviendo en esta diócesis y que es el proceso de sinodalidad, con el que de la mano de nuestro obispo D. Luis, tenemos la conciencia viva de caminar en la historia en Tu compañía. Preocupados de no salvaguardanos a nosotros mismos, ni de defender nuestros intereses, sino de servir al evangelio con gratuidad y cuidado y cultivando la libertad y creatividad de cada uno. Te pido en este camino por nuestro obispo, por los sacerdotes, los hombres y mujeres de vida consagrada y por los laicos, que guiados por el Espíritu estemos atentos a los signos de los tiempos y a la altura de cambios transformadores.

Santo Cristo, no puedo olvidar el sentimiento deportivo común que nos une a los vigueses y viguesas, todos llevamos un escudo centenario en nuestro pecho, el de la Cruz de Santiago que sin duda nos sostiene y nos anima a resistir y a seguir llevando los colores celestes que como bien transmitió el santo padre hace unos días, son los colores de María Inmaculada. Y en este tema aunque sea difícil contenerme y no pedirte lo más grande, directamente la Champion, prefiero optar por seguir tu ejemplo de humildad y me conformo con gritar en Balaídos : “Na Ledicia son celeste, celtiña no padecer”.

Quiero también aprovechando mi cargo pedir por todos los profesionales de la Justicia, que no decaiga nuestro ánimo en el estricto cumplimiento y aplicación de la ley , también en la protección de las víctimas y en la búsqueda de soluciones para aquellos que por decisión propia o de manera forzosa viven en el mundo de la marginalidad.

Santo Cristo, termino diciéndote que las mismas penosidades que Tu pasaste en aquellas tempestades a bordo de la barca de tus amigos pescadores, las mismas que sufriste ante la muerte de un amigo, ante la enfermedad, el hambre de la multitud, ante la muerte de una niña, ante el sufrimiento de Tu Madre y también tus mismas alegrías y tus momentos de amistad, oración y buena compañía, son los que padecemos y disfrutamos los vigueses y viguesas .

Por eso te pido que no dejemos nunca de recordar tu humanidad, para poder alcanzar así un poco de tu divinidad.

Danos Esperanza en momentos de oscuridad.

No permitas que los ruidos del mundo nos impidan escuchar el soplo de Tu Espíritu.
Acabo con las mismas palabras que se entonan en tu himno; tus devotas y devotos en Vigo, hoy acudimos a Ti, humildes y rendidos.

Muchas gracias.

Susana García-Baquero Borrell

García-Baquero Borrell pide al Cristo de la Vitoria por la mujeres de Vigo
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