Dicen que no parece una cuestión ideológica, siquiera en sus matices políticos, asociativos o sindicales, que el enconamiento y la distancia, el rencor y la ignominia, manan con fluidez del partidismo endogámico y del personalismo ególatra, del férreo control de los aparatos y las directivas -de las listas y de los presupuestos, y, si se puede, de la Justicia-, de la exclusión del espíritu crítico y de cualquier afán de consenso, incluso entre los de carné.