martes. 07.01.2025

Aventura en la Serra do Suído: entre chozos, bandoleros y paisajes de ensueño

Un grupo, guiado por José Antonio de la Riera, exploró la Serra do Suído, descubriendo su patrimonio natural e histórico, desde antiguos chozos y leyendas de bandoleros hasta paisajes únicos y restos de arquitectura tradicional. La expedición incluyó visitas a lugares emblemáticos como la Fervenza de Casariños y el Coto dos Ladróns, culminando con una comida en un restaurante local.
Todos atentos a ver si Fernández Sendín salía entre los peñascos del Coto dos Ladróns. ROBERTO LEDO.
Todos atentos a ver si Fernández Sendín salía entre los peñascos del Coto dos Ladróns. ROBERTO LEDO.

Bajo el patrocinio de José Antonio de la Riera, un vigués afincado desde hace años en Fornelos de Montes, que se define como “correcaminos, comepiedras, librepensador... y, sobre cualquier otra cosa, peregrino y hospitalero del Camino de Santiago”, y con la logística de la empresa de aventura #oitavenlife, comandada por Toño y Miguel, un grupo de unas veinte personas, entre ellas los estudiosos Maximino Fernández Sendín y Pablo Novoa, junto con el catedrático de literatura Mario Clavell, recorrimos este sábado la Serra do Suído.

Con la ayuda de vehículos 4x4, entre ellos un histórico Land Rover Santana con más de 40 años de servicio, visitamos el techo de la provincia de Pontevedra: la Serra do Suído, cuya altitud media está alrededor de los 800 metros, aunque hay muchas cotas que sobrepasan los novecientos metros y algunas cimas los mil.

En tres todoterrenos de #oitavenlife, acomodados todos los miembros del grupo, recorrimos caminos de montaña poblados por ganado que se cría en libertad, como vacas y caballos, un ejemplo de ganadería extensiva.

Descubrimos, entonces, cómo la Serra do Suído constituye la frontera natural entre las provincias de Pontevedra y Ourense —territorio de los municipios pontevedreses de Fornelos de Montes y Covelo—, un lugar remoto donde abundan grandes pastizales y en el que todavía se conservan varios restos de la arquitectura tradicional y popular de Galicia.

Fui, además, testigo del feísmo de los parques eólicos, que pronto quedarán desfasados —y veremos quién retira su chatarra—, en contraste con una orografía y un paisaje singular, lleno de encanto, donde es posible balancearse en terrenos de turberas empapados por el agua a modo de cama elástica...Rompo una lanza para conservar estos parajes libres de parque eólicos.

Esos aparentes páramos, donde este sábado corría un viento helado que paralizaba el cuerpo, están llenos de vida, leyendas y patrimonio. Visitamos los Chozos do Corral do Porto, las Covas de Coto dos Ladróns y la Fervenza de Casariños. En este lugar se puede encontrar aún la presencia de un depredador mítico en todos los pueblos de estos valles: el lobo. Esta vez no estaba previsto hacer la ruta del lobo.

Los chozos do Curral do Porto son construcciones para refugio de las ovejas, cabras y becerros recién paridos. Según De la Riera, sabemos que la Casa de Soutomaior, en un registro y relación de bienes, va citando, por topónimos y por límites, sitios como este. Por tanto, sabemos que en el siglo XV ya existían estas construcciones. Si son anteriores, lo desconocemos, porque no hay documentación ni excavaciones arqueológicas que lo constaten. Todo este entorno rezuma primitivismo; se intuye la dureza de la vida allí..., en terrenos de abundante agua. José Antonio De la Riera nos contó allí que esto forma parte de la “historia popular de Galicia jamás contada”.

Otro lugar sorprendente en A Serra do Suído es el Coto dos Ladróns. Grandes peñascos crean magnas cavidades que De la Riera denomina “una catedral” por la magnitud de estos espacios.

Son lugares que antaño fueron escenario de increíbles aventuras. Por ser un lugar próximo al camino que une Pontevedra y Soutomaior con Ribadavia, el llamado camino de los arrieiros, era un territorio, como dice De la Riera, “con mucha vida”. Pues bien, este coto se convirtió en refugio de asaltantes de caminos, entre ellos Pepa A Loba. Se cuenta que un familiar de un arriero de sobrenombre Regatón cuenta que, cuando hacía la ruta Airoa-Ribadavia, fue asaltado por unos bandoleros y, mientras, escuchó de fondo una voz femenina (Pepa A Loba) que decía: “Déjalo, Regatón, que pagó el tributo”.

 

Se sabe también que, en épocas más recientes, sobre los años 1940, este coto sirvió de refugio a ladrones de ganado. Estos aguardaban hasta el anochecer para robar ganado y llevarlo a Ribadavia, desde donde lo pasaban a Portugal. Algunas personas del lugar que los vieron fueron secuestradas y, después, por la noche, cuando los ladrones partían, las dejaban libres. Por tanto, su denominación Coto dos Ladróns es bien merecida.

Antes del almuerzo, Toño y Miguel dirigieron sus todoterrenos con los ilustrados excursionistas hacia la Fervenza de Casariños, impresionante desde el mirador donde nos apostamos. Semejaba el Iguazú gallego, solo comparable a la Fervenza do Toxa, en la comarca do Deza. Después de hacernos una foto de grupo, nos aguardaba ya el ansiado almuerzo en un lugar que también tiene historia.

Regresamos a Fornelos ahora por carreteras de asfalto, donde el viejo Land Rover Santana y los otros todoterrenos parecían que volaban comparados con la marcha anterior por los caminos de la Serra. Toño nos llevó al restaurante que regenta su madre, cocinera reina en el Casa Nagarola, con especialidades tan codiciadas a esas horas tras la visita a A Serra como el bacalao de receta propia y unos filetes de cachena (Operador Autorizado, pone en la entrada; e incluso conocimos al proveedor), precedidos de una empanada de gambas con queso tetilla y croquetas de tres sabores, entre ellas de rabo. Todo regado con un buen vino Mencía de Valdeorras junto a unos postres muy golosos. En la sobremesa, Maximino Fernández Sendín cantó sendos villancicos muy propios de estos días, y Paulino nos regaló a cada uno de los excursionistas el juego de los cubos peregrinos y el juego celta, medalla de oro en Bruselas 1996.

Por la tarde, nos dirigimos a Verducido para conocer la grandiosa iglesia de esta parroquia da Lama con la guía de su párroco, Gonzalo Domínguez. Pero esta crónica se merece un capítulo aparte. Ya en mi casa, en víspera de Reyes, me quedo ahora con el susurro del viento en la Serra do Suído.

Aventura en la Serra do Suído: entre chozos, bandoleros y paisajes de ensueño
Comentarios