José Hermida, emigrante, empresario, emprendedor, se fue en estos tiempos de pandemia. En su viaje definitivo su destino no fue su adorado México, ni un regreso a su amada España, ni un destino de negocios u ocio por el mundo acompañado a alguno de sus innumerables socios y amigos. Pepe, como le conocíamos, se fue con la serenidad del deber cumplido, primero como hijo de una familia de emigrantes de Avión, luego como padre, suegro y abuelo, pero sobre todo como compañero de vida adorado por todos, como un señor galante, diletante y divertido como pocos.
Trato de dejar testimonio respetuoso de un pasar discreto y un hacer inmenso. Don José, como le llamaban con afecto sus muchos colaboradores, era un ser próximo, impulsor, estratega, trabajador, gran tertuliano, dispuesto a escuchar a otro y también a polemizar respetuosamente con ingenio infinito. Allí en donde se encontrase, habitualmente entre Vigo, Avión, Hermosillo, Ciudad de México, Mexicali o San Diego, en Estados Unidos, gozaba de un acreditado respeto social y de una integración inmediata. Sus casas, establecimientos - como el Hotel México en Vigo o el Gran Hotel Los Abetos en Santiago, etc-, han sido centro de acogida de recepciones y celebraciones en las que ha recibido a miles de visitantes e invitados, entre ellos a empresarios a Olegario Vázquez Raña o Carlos Slim; a dignatarios y artistas; compañeros, vecinos y amigos. Supo, como pocos, ejercer como anfitrión, acompañado de la excelsa y entrañable Olimpia, de sus queridos hijos José, Daniel y Fátima y de sus nueras y yerno, Patricia, Beatriz y Diego, y ahora de sus nietos, Eduardo, Patricia y Eva.
Su arraigo en Avión, Ourense y Vigo y Hermosillo, el profundo respeto y disfrute de las tradiciones, su galleguidad, acrecentaron su valía como un hombre universal, íntegro y generoso. Su inteligencia y su esfuerzo, el férreo vínculo con su familia, con sus padres y con sus hermanos Agustín, Ricardo y Serafín, también con el desgraciadamente desaparecido Jaime, con sus cuñadas Carmen, Elvira, Carmen y Ana María, sus sobrinos, y consuegros, el respeto con sus socios, le hicieron un triunfador de corazón humilde.
Fue un ser entrañable, bueno y generoso, fue un gallego comprometido, un español convencido y un mexicano de corazón, un luchador de cuyas conquistas y aportes nos hemos beneficiado cuantos hemos tenido la suerte de compartir sus días. José Hermida fue un ser con asentados ideales.
Sus amigos lo recordaremos siempre, entre los más cercanos se encuentran Javier Vázquez y Teresa González, Maximino Balboa y Ana Coca, Bertha Saco Iglesias, viuda de Florencio Gulías -en estos días hace un año de la desaparición del Presidente del Centro Gallego de México-, Floro González Corral y Pepa Bermejo, José Luis “Pilis”, Carlos Rodríguez, José María Barreiro, sus primos Hermida Pontevedra, la familia Alonso y sus compañeros de la Tertulia del Hotel Los Escudos de Vigo.
Descanse en paz.
Alberto Barciela
Periodista