La crueldad hacia los animales en España no tiene parangón en el mundo. Esta "Marca España" avergüenza a los españoles con principios. Los animales son seres vivos con sentimientos, inocentes e indefensos, que merecen respeto y protección. Sin embargo, en cualquier rincón de España, pueden ser torturados impunemente por salvajes y cobardes, quienes saben que las leyes son insuficientes para protegerlos.
Perros y gatos quemados vivos, torturados con sopletes, golpeados hasta la muerte, ahorcados, encadenados a la intemperie, tiroteados, atropellados y abandonados para morir lentamente... estos actos repugnantes ocurren a diario en toda España. La tristemente célebre "Spanish piano torture" consiste en ahorcar a un perro de forma que su agonía se prolonga, ya que puede apoyar sus patas traseras y respirar brevemente. Este acto, deplorable y cobarde, es el pan de cada día para muchos perros "inútiles" en España, reflejando la falta de moralidad de la sociedad y sus líderes políticos.
Internet está repleto de denuncias de estas barbaridades. Los alcaldes y políticos son tan culpables como los criminales, pues su deber es educar y legislar. Una sociedad civilizada no tolera la tortura de seres indefensos. Las leyes deben proteger a los animales, una obligación que trasciende ideologías, religiones o culturas. El trato a los animales define a un país y refleja el alma humana.
Periodistas, políticos y alcaldes ignoran este asunto, pero se equivocan. La protección de los seres vulnerables es la base de una sociedad civilizada. Si se permite el abandono, la masacre y la tortura impune, la sociedad se vuelve cobarde, indigna y despreciable. Los crímenes contra los indefensos son crímenes contra la humanidad. Todos somos víctimas. La crueldad animal daña a los españoles que observan con estupefacción e indignación esta situación.
Los animales no son un arma política, sino responsabilidad de todos los alcaldes y políticos. Los toros, vergüenza absoluta de una sociedad, son torturados hasta la muerte para el entretenimiento de unos pocos ignorantes. Malgastar dinero público en torturar animales es despreciable y debe ser castigado por ley. Cada vez más españoles se preguntan cómo este evento repugnante puede llamarse "fiesta". ¿Quién puede estar orgulloso de un país donde se tortura a los inocentes? Nadie con un ápice de moralidad.