El gaiteiro es como un director de orquesta, flauta en ristre, que va dando paso a los suyos en el momento convenido. Explica todo lo que hace. Presenta a sus músicos en el minuto uno y les da el protagonismo justo bajo su atenta mirada.
Además, pregunta al público de dónde es y sale que, además de gallego, es internacional... Les dirige en su idioma alguna frase y se va ganando al respetable.
Al público lo lleva de viaje, un viaje sonoro por la geografía europea de raíces celtas... y les hace valorar las distintas músicas. Introduce en su singular concierto homenajes y colaboraciones. La banda de gaitas de Tui, como Arumes de Malvas. Hace subir a su maestro Xoán Corral, con sus 88 años, al escenario.
Sus músicos se pierden también entre el público y sigue el concierto. La banda tudense también se presenta en la muralla y luego llega de entre el público al pie del escenario.
Todo es espectáculo. Hasta el mismo Núñez que toca la flauta, la ocarina, el tin whistle y, claro, la gaita. Su flauta, en distintos momentos, la emplea como si fuese una peculiar varita de director de orquesta, una batuta, especialmente para pedir el seguimiento del público.
Busca la complicidad del público en muchas de sus melodías, con instrucciones incluso de baile.
Da la oportunidad de cantar hasta a su ‘personal de logística’ que, además de traer instrumentos, poner/quitar micrófonos, se ven recompensados por sus minutos de gloria.
Incluso invita a la concejal de cultura, que también canta al final "La Rianxeira". Este Núñez mete a todos en su espectáculo.
Siempre se le ve muy relajado. Su vestimenta, camisa y pantalón tipo ibicenca, también lo transmite.
Este es su segundo concierto consecutivo en Salvaterra. La alcaldesa, Marta Valcárcel, preguntó al público si lo traía para el próximo año y hubo unanimidad. Él acabó despidiéndose con un "hasta el año que viene".
Fueron dos horas de un multiespectáculo al que da Núñez la unidad. Es toda una enseñanza musical y muy pegada a la geografía. ¡Qué vuelva!