sábado. 23.11.2024

Sánchez es el cero absoluto

La política exterior de Sánchez es de pena y la interior de desesperación. Si en la segunda sus “éxitos” son manifiestos: el país se hunde cada vez más en términos económicos, sociales y políticos, en la primera las cosas no resultan mejor y eso que el interesado aspira a presidir algún organismo internacional.

La política exterior de Sánchez es de pena y la interior de desesperación. Si en la segunda sus “éxitos” son manifiestos: el país se hunde cada vez más en términos económicos, sociales y políticos, en la primera las cosas no resultan mejor y eso que el interesado aspira a presidir algún organismo internacional.

Desde su llegada a la Moncloa ha puesto en marcha una política exterior en la que toma decisiones unilateralmente, sin dar cuenta a las Cortes ni tener presente a la oposición y al resto de los partidos políticos.

Recientemente, autoproclamándose paladín del reconocimiento del Estado Palestino, ha pretendido arreglar un conflicto que comenzó el año 1947. Pero el problema es que al no tener ningún prestigio, y como la arrogancia suele acompañar a la incompetencia, allá donde va lo torean como se ha podido comprobar en su gira europea. No ha hecho más que enredar y la situación no está para frivolidades, ni para andar jugando a ser amigo de Hamás. Además, su preocupación por la paz en Gaza, más allá de permitirle ponerse el traje de estadista internacional, es mero postureo y un preámbulo para ocultar lo evidente, es un “cero absoluto”, tal y como lo calificaba un ministro israelí.

Fuera del ámbito europeo, su política tampoco es un activo. El reconocimiento de la anexión del Sáhara, alineándose con la tesis de Marruecos, ha tenido como resultado el deterioro de las relaciones diplomáticas con Argelia, socio económico en materia del suministro de gas y otras materias primas.

El último capítulo de la crónica del sinsentido, son los insultos lanzados por el ministro Óscar Puente contra el presidente de Argentina, Javier Milei, insinuando que se droga. Estos excesos verbales han desatado una crisis diplomática que afecta a las relaciones diplomáticas bilaterales y enturbia nuestra imagen institucional internacional.

Somos la 5ª potencia de la UE por peso económico y demográfico y los 15º en el ranking mundial en función del PIB. Sin embargo, esa posición no se traduce en la misma relevancia en el concierto internacional a nivel diplomático. Al contrario, nuestro país está muy lejos de ser una de las naciones influyentes del mundo.

En los países serios, la política exterior no va a golpe de volantazos, se discute en los parlamentos y se diseña en función de intereses políticos, estratégicos, económicos y también humanitarios. Por eso, la posición de Sánchez rompiendo consensos por actitudes personales y demandando luego el apoyo de las demás fuerzas políticas, es un mal ejemplo de ejercicio de liderazgo en política exterior.

Visto desde fuera el Presidente transita por la ridiculez internacional al ser considerado poco fiable y peligroso. Sólo visita países como Brasil y Chile, donde gobierna la izquierda, sin atender a los intereses nacionales, por lo que es tratado con desprecio por Biden, que ni siquiera le convoca junto a otros líderes europeos; Macron, Scholz y Meloni no lo pueden ni ver, y Mohamed lo recibe en Marruecos con displicencia.

Espero que el conflicto ocasionado innecesariamente con Argentina se solucione más pronto que tarde, y que la próxima ocurrencia de Sánchez no sea nombrar ministro de Asuntos Exteriores al macarra de Óscar Puente.

Sánchez es el cero absoluto
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