La imagen de la Magdalena que se conserva en el retablo del templo, quizá más antiguo de Bragança, de origen medieval, de Santa María, situado en la ciudadela, según la historiadora Emília Nogueiro, refleja que la relación entre españoles y portugueses era distinta a nivel político que entre el pueblo llano. Las guerras que mantenía la corte instalada en Lisboa eran ajenas al pueblo que comerciaba o contraía matrimonio indistintamente en esta zona de frontera.
Nogueiro explica que la talla de la iglesia de Santa Maria de Bragança es de estilo español y se le atribuye al escultor de principios del Barroco Pedro de Mena de los talleres de Valladolid. Se trata de una mujer joven, bella en su rostro y en sus ojos, cubierta por una larga cabellera –frente a la tradición religiosa de que las mujeres se cubrieran la cabeza con un velo- y con una cruz en las manos. Nada que ver con las representaciones lusas, más rígidas, en las que la Magdalena aparece vestida de forma monjil, sin mostrar su pelo, y con un frasco de perfume entre las manos.
La historiadora sitúa en el contexto la imagen. Ésta refleja una actitud meditativa como correspondía a los primeros cristianos, contemporáneos de Jesucristo, que abandonan la vida ordinaria y se retiran a rezar y meditar al desierto. Esto es lo que refleja la imagen de la Magdalena de Santa María.
Además, por ser imagen barroca –continua Emília Nogueiro- su mensaje nunca es directo como las formas del arte barroco que llevan implícito otro contenido. La representación de una mujer joven, con una calavera a sus pies, evoca lo efímero de la belleza de la vida y la necesidad de pensar en la muerte que llega inexorable. Ese mensaje espiritual es lo permanente, la eternidad.
Hay otras cosas interesantes en este templo. La historiadora refiere por qué, popularmente, se la denomina de ‘Nossa Senhor do Sardão’. Cuenta una leyenda popular que se extravió durante las invasiones islámicas de la Península Ibérica y la huida de los cristianos al Norte, a Asturias, hasta que van, progresivamente, reconquistando el territorio. En esos momentos era costumbre esconder las imágenes sagradas para que no fuesen destruidas o violentadas. También esta imagen fue descubierta, después de la expulsión de los musulmanes, entre unos peñascos poblados por sardões –una especie de Quercus o roble-, en la confluencia de los ríos Fervença y Sabor. El que apareciese en un árbol tiene una serie de connotaciones místicas-paganas que más tarde el cristianismo asumió. Y el que la encontró entendió que debía construirle un templo. Hasta aquí el origen mítico de esta iglesia.
Por tanto, la Señora del Sardão es la patrona de la parroquia de Santa Maria. De ese origen ya no queda nada y el templo que se contempla ahora es de estilo barroco con un dorado muy rico ya que se empleó en sus retablos oro de 24 quilates, calidad poco frecuente para dorar.
A mediados del siglo XIII la parroquia de Santa Maria estaba entre las cuatro primeras del aglomerado urbano de Bragança.
El interior está dividido en tres naves por columnas poligonales que sostienen arcos. La capilla Mayor podría datar de 1580; la capilla de los Figueiredos, dedicada a Nuestra Señora de los Placeres, se mandó construir en 1585, por Pero de Figueiredo, alcalde mayor de Bragança.
La historiadora Emília Nogueiro ve en esta capilla de los Figueiredos una obra ejecutada con el fin de reafirmar la condición cristiana de una familia de conversos judíos. El marco de piedra es de estilo renacentista pero ya el resto es barroco.
Existe otro retablo del siglo XVII dedicado a San Esteban. Además hay muchos elementos decorativos y algunos aditamentos del siglo XVIII como el retablo barroco de la capilla mayor y el techo de la nave central que está hecho en madera para hacer más confortable un templo de la Tierra Fría, de Trás-os-montes, y, a la vez, darle profundidad y con ello sensación de mayor tamaño.
La portada, de tipo retabular, encuadra un pórtico de rasgos barrocos (1690-1715), en el que juegan un importante papel las columnas pseudosalomónicas y los arrollamientos de los frontones.
El tallado de los altares, obra de los canteros, se materializó en piedra para solemnizar la entrada al espacio santo.
RECUPERAMOS este reportaje, realizado en Bragança el 3 de abril de 2018, y publicado en nuestro anterior periódico www.grupoescomunicaciongalicia.com, en esta festividad de María Magdalena.