sábado. 27.04.2024

Una vida de entrega apasionada al servicio de grandes ideales

A Federico Mayor Zaragoza, le conocí en Málaga, en 1982, siendo ministro de Educación y Ciencia, me entregó un premio de investigación científica en el I Congreso Iberoamericano de Análisis Clínicos, a partir de ahí se empezó a fraguar una estrecha relación de amistad y colaboración fructífera, que se intensificó con el paso del tiempo, y perdura en la actualidad. En el último encuentro que mantuvimos recientemente en la biblioteca de su finca familiar en Majadahonda (...)
Mayor Zaragoza y Francisco Peña.
Mayor Zaragoza (dcha.) y Francisco Peña.

A Federico Mayor Zaragoza, le conocí en Málaga, en 1982, siendo ministro de Educación y Ciencia, me entregó un premio de investigación científica en el I Congreso Iberoamericano de Análisis Clínicos, a partir de ahí se empezó a fraguar una estrecha relación de amistad y colaboración fructífera, que se intensificó con el paso del tiempo, y perdura en la actualidad. En el último encuentro que mantuvimos recientemente en la biblioteca de su finca familiar en Majadahonda, le vi muy preocupado por la deriva que está tomando un mundo en crisis y sin liderazgo, inmerso en diversos conflictos bélicos en distintos lugares del planeta. A sus 89 años, su mente privilegiada se mantiene intacta y su espíritu vital le ayuda a seguir en la brecha cuando la ocasión lo requiere, siempre dispuesto a alzar su voz para decir basta ya a los horrores de la guerra y a las dictaduras emergentes. En su despacho lleno de recuerdos y con mucho sabor, revives la historia apasionante de un español universal que desempeñó innumerables cargos del más alto nivel, tanto en el ámbito científico como en el político, y se ha ganado a pulso un reconocido prestigio a nivel mundial.

Fue un adelantado a su tiempo, siempre dispuesto a derribar muros y tender puentes a favor de la paz y por un mundo mejor, más justo y solidario, todos los seres humanos iguales en dignidad. 

Testigo y protagonista de excepción del siglo XX: fue el mejor amigo español de Mijaíl Gorbachov cuando se desintegró la URSS y surgió un nuevo equilibrio mundial, vivió en primera persona la caída del muro de Berlín, estuvo al lado de Nelson Mandela cuando cayeron las cadenas do apartheid racial, fue uno de los principales defensores de la reforma de la ONU cuya voz tiene la autoridad moral y el compromiso ético de quien basa su conocimiento en la experiencia de toda una vida dedicada a mejorar la sociedad en la que vivimos, apuesta por el multilateralismo democrático, la palabra y el diálogo intercultural entre civilizaciones como única vía para la comprensión, la concordia y la cooperación de todos los pueblos del mundo, y propone llevar su voz al seno de la ONU.

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En la vertiente académica e investigadora, ha dejado huella y un legado importante, que ha permitido más de medio siglo de cribado neonatal en España. A finales de los años 60, de su mano y gracias a su empeño se empezaron a implantar en España los primeros programas de detección precoz de errores congénitos del metabolismo y otras enfermedades endocrinas, un gran avance en la política de salud pública de este país, y con la llegada de la transición democrática, se puso en marcha el Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad, con la finalidad de evitar, mediante diagnóstico precoz, enfermedades que cursan con grave deterioro mental, lo que permitió extender el cribado neonatal a toda España. En ello tuvo un papel destacado Federico Mayor Zaragoza, que, en 1977, era consejero del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. No contento con lo conseguido, dio un paso más ante la necesidad de acercarse a una medicina personalizada que abordara la cantidad ingente de enfermedades raras, se creó el Centro de Diagnóstico de Enfermedades Moleculares (CEDEM), un gran banco de datos, cuya consulta permite la detección y diagnóstico de enfermedades ultra raras. Para Mayor Zaragoza, no hay enfermedades, sino pacientes; y es un convencido de que el conocimiento científico debe servir para evitar o aliviar el sufrimiento humano; y lo que le inquieta es la desigual implantación del programa en las distintas CCAA, que son las que tienen la responsabilidad del cribado neonatal; de ahí que abogue por una criba uniforme en todo el territorio que permita detectar a tiempo todas las enfermedades que tienen tratamiento.

Al frente de la UNESCO (1978-1999), impulsó la misión de la organización: “construir los baluartes de la paz en la mente de los hombres” hasta convertirla en una institución al servicio de la paz, la tolerancia, los derechos humanos y la convivencia pacífica. Logró su máxima aspiración: que la Asamblea General de la ONU aprobara la Declaración y Plan de Acción sobre Cultura de Paz.

 Para Mayor Zaragoza, no hay enfermedades, sino pacientes; y es un convencido de que el conocimiento científico debe servir para evitar o aliviar el sufrimiento humano.

Fue un adelantado a su tiempo, siempre dispuesto a derribar muros y tender puentes a favor de la paz y por un mundo mejor, más justo y solidario, todos los seres humanos iguales en dignidad. Aplica el rigor científico en su trabajo al margen de cuestiones ideológicas, creyente convencido, nunca escondió sus orígenes republicanos, pero apoyó con firmeza y determinación la transición democrática española de la mano de Adolfo Suárez y del rey Juan Carlos.

Su obra quedará señalada no como una simple huella, sino como un surco fecundo que seguirá dando sus frutos más allá de cuando él se vaya. Salud y larga vida a mi admirado y querido amigo Federico, el mundo le necesita y los que le apreciamos queremos seguir disfrutando de su presencia, sabiduría y amistad.

Una vida de entrega apasionada al servicio de grandes ideales
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