Unos escalones, una piscina de agua salada, un palomar habitación, una showroom que se prolonga en mesa exterior, al fondo el susurro del agua. Si se asciende un poco, una mini bodega. Tras bajar una sinuosa pero cómoda escalera, un paseo para dejarse enamorar. Aquí una coqueta sauna, allá un cobertizo con un saco de boxeo y bicicletas. En plena naturaleza, un jardín casi inglés con porche. Además: una sala de estar con chester, un primer comedor en dos alturas con chimeneas, otra cocina con comedor adosado al aire libre. Es todo una invitación a la intimidad permanente entre flores, perfumes naturales de jazmín o de nardos, paseos bajo vides, leñeras de diseño en forma de copas, cenadores, ventanas venecianas o inglesas, galerías impolutas que tamizan la luz única de las Rías Bajas, paredes abiertas al Sur forradas de conchas de vieiras, esculturas, muebles de diseño, bibliotecas y libros maravillosos, y cortinas y linos y esculturas y lámparas exclusivas, y una coqueta recepción, un corredor con banco y muebles que habitan habitaciones únicas.... y, de nuevo, el silencio acompasado con el sonido sinuoso del agua, y hortensias, y sillones y piedra y maderas y velas, y camelias y otros árboles...
El Novalila establece un orden, se impone como tal en un pequeño cosmos paradisíaco, en un vergel de diseño, como si todo se hubiese previsto para intimar con uno mismo o con los demás, en el que es posible reflexionar o conversar, escribir o compartir. El suave clima de Santo Tomé de Nogueira, en Meis, en el Salnés más íntimo, presupone el complemento perfecto para conjugar un presente continuo. Los Vilanova Peña y los Arquitectos Pereiro, conocen Galicia como pocos y saben como casi nadie elevar el tono de las formas hasta encontrar el atractivo aparentemente casual de las mismas.
Aquí no importa la estación, tampoco si es o no de día o de noche, si amanece o se pone el sol mientras nacen estrellas fulgurantes, porque todo se sucede con la previsión de que uno se sabe encantado por la magia de un lugar en el que el tiempo parece no pasar, como en un hechizo de belleza, de sintonías buscadas que se aprecian como espontáneas, de vislumbres, de bienestar integrado ente bosques y huertas. Aquí un hórreo vecino, allá una pequeña capilla, sobre todos unas golondrinas que sobrevuelan el cielo azulado por el yodo del vecino mar de Arousa. La vida era esto, la buena, claro. Y hay que celebrarlo con un buen albariño de la casa o con un champán... Hay que brindar y disfrutar los manjares de la tierra, de la huerta, de la mar, de las buenas conservas, de los cítricos. Hay que dejarse llevar por los caminos del goce eno-gastronómico y de la vida. Hay que predisponerse a la sorpresa agradable de saber que siempre se puede aprender, que es posible degustar cada día, hacerlo en un espacio rural, ofrecer exclusividad en un remanso de paz tan selecto como el Novavila.
En Galicia existen numerosos establecimientos singulares, alojamientos, restaurantes, en la ciudad, en el rural, en la zona costera y montañosa, pero solo este hotel supone el más perfecto de los ejemplos de cómo recuperar una casa familiar y agrícola, y aunar en ella la tradición de la piedra con el diseño más vanguardista, revalorizando la economía de una pequeña aldea, vitivinícola, proponiendo relevantes escaparates para los productos locales y para la venta de muebles del negocio familiar, con tienda central en Barrantes y fama internacional.
Este es el tipo de establecimientos que necesitamos para conseguir un turismo de alto standing, para complacer a aquellos que quieren viajar con calidad, con un cierto lujo, darse un capricho razonable, celebrar la vida, la amistad, el amor, reunirse o presentar un producto. Lo muy bueno no tiene porque estar lejos, siquiera es imprescindible que resulte caro. El Preludio del Paraíso, está en Meis.
Alberto Barciela
Periodista
Miembro de la Mesa del Turismo de España