La 42ª edición de la Feria Internacional de Turismo FITUR ha congregado en Madrid a 6.933 empresas y 600 expositores de 107 países, y unos 60.000 visitantes, la mayoría profesionales. Los datos ilustran sobre la relevancia de la primera industria del mundo y también acerca de las ganas y necesidad de reactivar la riqueza y el empleo que de ella se derivan.
Viajar es un síntoma de salud. El turista demanda seguridad en todos los órdenes. Las empresas necesitan reactivar ingresos con los que mantener sus enormes inversiones y, con ellas, la capacidad de adaptarse a las demandas de un mundo global, extremadamente competitivo, digitilazado y que exige una transformación, como la implementación de medidas que preserven el medio ambiente natural. Las administraciones cuentan con el mundo del viaje para obtener los ingresos que les permitan asumir sus presupuestos con realismo, y en ellos se incluyen la sanidad, la educación, las pensiones, etc. Los medios de comunicación necesitan recursos publicitarios. El turismo es una parte esencial de la economía, esta crisis así lo ha demostrado.
Con lo dicho no es de extrañar el esfuerzo, culminado con éxito, que han realizado IFEMA y FITUR; las asociaciones profesionales como EXCELTUR, la Mesa del Turismo de España, CEOE, la Confederación de Hosteleros de España o la Asociación Española de Profesionales del Turismo, en encuentros como los promovidos ya en los días previos a la feria por HOTUSA -liderado por Amancio López Seijas-, la propia EXCELTUR -con Gabriel Escarrer de Meliá al mando-, o la Conferencia Iberoamericana de Ministros y Empresarios de Turismo -CIMET-, que cumplió 25 años bajo la dirección de Eugenio de Quesada y Carlos Ortiz de NEXO. Son solo un exponente de lo mucho y bien que se trabaja en la trastienda de FITUR, incluso con los políticos, pero podríamos citar a mil asociaciones o a profesionales de la industria agroalimentaria o la gastronomía, los congresos, de la tecnología, el transporte, la seguridad, el medio ambiente, la higiene y limpieza, la gestión, los medios y la publicidad y, quizás por primera vez, este año también del mundo científico.
En la capital de España nos hemos topado con un evento muy profesional, al que han regresado las colas -impulsadas por los controles sanitarios precisos-, los atascos, las esperas de taxis.... y los pasillos abarrotados. Han vuelto los encuentros y los abrazos, y los negocios.
Cada cual ha ajustado su presencia a la prudencia que ha estimado -mucho viaje de ida y vuelta en el día, sin abarrote en los hoteles de Madrid, como era habitual-, y así debe respetarse, pero ha estado en general toda la familia turística, con alguna falta significativa de la industria privada. Quizás es que el modelo de hacer negocios, en cierto modo, ha variado, especialmente a la hora de contratar las estancias y desplazamientos.
Las autonomías, especialmente las ligadas a los Caminos de Santiago han hecho un esfuerzo muy singular. El stand de Galicia se ha convertido en un centro receptor a la altura de lo que Compostela representa para los peregrinos, ha estado siempre lleno. Y allí vimos la necesaria convivencia entre autonomías, diputaciones y ayuntamientos de distinto signo político. Ese es el camino, el buen camino de colaboración, el que permitirá la más rápida recuperación.
Cada uno ha sabido hacer lo que debía y todos siguen entendiendo muy bien que aunque no estamos a pleno rendimiento, sí avanzamos con paso firme, preparándonos para afrontar cuanto antes la deseada normalidad de la principal industria española.
Los negocios, con todas las prudencia necesaria, se han planteado de nuevo mirándose a los ojos, con perspectivas cada vez más optimistas respecto a la recuperación que, si no hay mayores sorpresas, parece que se producirá a partir de la próxima la primavera, con algún nuevo pico de una pandemia, que ya sehabra tornado para entonces en algo similar a una gripe. Eso dicen los expertos.
En esta crisis el sector se ha hecho más visible, más maduro, todavía más serio y comprometido, ha sabido estar a la altura de las circunstancias más duras, de las más exigentes y de las más cabales. Las nuevas incertidumbres se afrontarán con mayor fortaleza y previsión. Muchos han quedado en el camino, pero los que han resistido son mejores y juntos lo seremos aún más.
Llegan nuevos tiempos, habrá que seguir hablando con criterios profesionales, con exigencias nacidas de la experiencia, con respuestas claras y planes concretos para las demandas de una economía circular plenamente eficiente, con soluciones de conectividad, hubs aéreos, desestacionalización, aumento de los precios y gastos medios por visitante, promoción exterior, competencias sin monopolios en los trenes, renovación de destinos maduros, mejor formación continua parar los trabajadores. Habrá que contar con recursos financieros suficientes, con las ayudas europeas New Generation, y gozar de ventajas fiscales, de rebajas de impuestos y tasas, etc.
Sigue faltando ese Plan Estratégico nacional para el turismo, algo que demanda el sector. Pero aquí está la industria d ela felicidad, viva y coleando, para honrar la memoria de los que no están, para hacer felices a los viajeros.
Si algo absolutamente excepcional no lo impide, el turismo volverá con fuerza a partir de este verano. Salud, trabajo y buen camino.
Alberto Barciela
Periodista
Miembro de la Mesa del Turismo de España