viernes. 22.11.2024

            Con su gracia proverbial, y esa imitación de voces única, en uno de sus apurados paseos por Compostela, el gran Diego Bernal me contó por primera vez una anécdota inolvidable de Quiroga Palacios, que al ser nombrado Cardenal recibió en plena calle un saludo de un paisano: “Eminencia, como usted siga así va a llegar a Dios”. Quizás todos los que reciben el premio que lleva el nombre de uno de los más insignes periodistas de Galicia adquieren una dignidad extraordinaria por elegidos por el conclave más exigente, el de sus propios compañeros. No puede haber mejor reconocimiento.

Arturo Maneiro recibe el premio Diego Bernal.

            Firmes pues ante las firmas, armados de plumas, micrófonos, grabadoras, cámaras y teclados y ordenadores, hemos de rendirnos a cuantos siguiendo a Arturo -Maneiro, en este caso- se han sentado en torno a la Mesa Redonda de la Asociación de Periodistas de Galicia y han decido con unanimidad que la genética del buen periodismo continúe una saga que comenzó en este galardón con Augusto Assía, Pedro de Llano, Feliciano Barrera, Camilo José Cela para llegar hasta maestros y buenos amigos como Lois Caeiro, Fernando Ónega, Fernando Salgado, Xosé Luis Vilela, Bieito Rubido o Francisco Campos.

            No me olvido de otros muy insignes compañeros, tales como Manuel Fernández Areal, Santiago Rey Fernández-Latorre, José Manuel Rey Novoa, Juan Ramón Díaz, Alfonso Sánchez Izquierdo, Ángel Botana o Blanca García Montenegro, Gerardo González Martín, Perfecto Conde, Manuel Martín Ferrand, Pepe Domingo Castaño, Pilar Cernuda, Germán Castro Tomé, el gran José Luis Alvite o el colectivo de periodistas vascos. No sé si otros muchos territorios, como Euskadi, podrán conforman batallón tan celebrale y conquistar cumbres editoriales, literarias, periodísticas o de gestión de semejante altura. Pero Galicia ha marcado hitos no siempre bien contados en el mundo de la prensa, de la radio, de la televisión -la primera del mundo en emitir en tiempo real en internet- y de las redes. En la nómina de los Diego Bernal, la mejor crónica no escrita del periodismo gallego, faltan nombres -periodistas, mujeres, etc.- pero no sobra ninguno.

Al amigo Diego Bernal le descubrí dos deliciosas historias del periodismo gallego, el único del mundo que ha gozado de una sección que nunca cometió un error y de otra un tanto desconcertante. Se publicaba la una en el Diario de Pontevedra, del genial Pedro Antonio Rivas Fontela, se titulaba “El tiempo ayer”.  En ella se describía la situación meteorológica del día anterior en la comarca. Y la otra, en el decano “Faro de Vigo”, la firmaba don Álvaro Cunqueiro, era de adivinación de resultados de fútbol mediante cartas de Tarot, la dejó porque le salió que el Deportivo estaba embarazado. Puede deducirse que el ayer y el hoy tienen que ser el preludio de un mañana necesariamente distinto, pero referenciado en los grandes maestros, y entre ellos Emilia Pardo Bazán, Sofía Casanova, Wenceslao Fernández Flórez, Julio Camba o Ben-Cho-Sey, Ramón Chao, Mariña Folgueira, o sagas extraordinarias como los Fernández-Latorre, Cora, Outeiriño, González de Haz, Fontela, Barrera, Novoa, etc.

            Reconocer los méritos de los compañeros, hacer una crónica de la realidad, escribir la verdad, contrastarla y firmarla, apoyar a los medios y a sus profesionales en las crisis, es ganar la batalla a cuantos obvian lo evidente o tratan de excluir a sus colegas. Informar, formar y entretener, esa sigue siendo la misión. Galicia es gran historia viva del periodismo. Arturo Maneiro forma parte de ella. Enhorabuena, Arturo, Diego Bernal no se merecía menos.

Alberto Barciela

Periodista

Arturo Maneiro y Diego Bernal, unidos por la Historia