domingo. 28.04.2024

D. José Domínguez, 60 años de sacerdote: “Mi padre me dijo que él nunca había querido a los curas”

D. José Domínguez es un gran comunicador. Sonrisa por delante, maneja muy bien los tiempos, la voz y administra a la perfección los silencios. Su comunicación llega al alma. No hay mucho contenido en esta entrevista, pero lo suficiente para intuir detrás de sus afirmaciones contundentes una vida intensa haciendo el bien y acercando a la gente a Dios.
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D. José Domínguez, en el colegio Montecastelo. ROBERTO LEDO.

Es muy entrañable. Nos conocemos hace mucho tiempo. Este fin de semana le organizaron un homenaje familias, amigos...que lo han tratado...y que le quieren de verdad.  En el colegio Montecastelo-Acacias ha sido toda una ‘institución’ durante muchos años como capellán. Por eso el primer acto del homenaje es la santa Misa que va a celebrar para todos en unos minutos, después de esta entrevista. Luego un banquete en un hotel de Vigo.

 

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“Estar en las manos de Dios y hacer lo que Él te inspire. Pero no hacemos todo lo que Él nos inspira. Porque Él inspira más cosas buenas que nosotros no hacemos por desgracia”.

D. José Domínguez es un gran comunicador. Sonrisa por delante, maneja muy bien los tiempos, la voz y administra a la perfección los silencios. Su comunicación llega al alma. No hay mucho contenido en esta entrevista, pero lo suficiente para intuir detrás de sus afirmaciones contundentes una vida intensa haciendo el bien y acercando a la gente a Dios.

“Un motivo para darle gracias a Dios Nuestro Señor que es el Dueño de todo, universalmente de todo…Nosotros no somos nada…Yo no soy nada, no valgo nada, no tengo nada”. 

Es de la parroquia de Luneda, A Cañiza. Vivió en el barrio vigués de Lavadores, cuando se le ponía el sobrenombre de la ‘Rusia chica’. “Eso me afectaba a mi mucho porque mi padre era comunista y mi hermano también. ¡Comunistas militantes!”.

Y recuerda cómo acogió su padre la noticia de que iba a ser sacerdote de la Iglesia Católica. “Mi padre me dijo que él nunca había querido a los curas” y “…este hijo de mala madre –no fueron exactamente estas palabras, claro- se me hace cura”.

Otro momento importante en su vida fue elegir dónde estudiar la carrera sacerdotal. Se planteó hacerlo en Buenos Aires, pero antes pidió consejo a un canónigo tudense, D. Basilio Álvarez Domínguez. “Me dijo: Buenos Aires tiene un nivel moral muy bajo…, intelectualmente también muy bajo…Tú llevas una buena carrera porque ganaste una beca y llevas muy bien los estudios…Yo te aconsejo que estudies aquí y, si tienes necesidad, yo te acojo en mi casa como un hijo. No tienes que pagar absolutamente nada. Yo me quedé con aquello y le dije a mi madre que ya podía irse a Argentina, cuando quisiese…”.

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"La familia es lo más importante del mundo. La familia…la familia…¡Qué no lo valoramos!"

Y sintetiza con humildad su labor sacerdotal aquellos primeros años...”Empecé en Lavadores y allí estuve trabajando mucho y no diré cuántas cosas hice…pero muy bien”.

D. José no para de sonreír. Incluso mira a cámara para compartir con el ocasional operador de cámara que está allí…

Sobre el homenaje que le van a hacer hoy, este sacerdote de 89 años afirma: “Un motivo para darle gracias a Dios Nuestro Señor que es el Dueño de todo, universalmente de todo…Nosotros no somos nada…Yo no soy nada, no valgo nada, no tengo nada”, dice parafraseando a san Josemaría. “No soy más que un pobre hombre pecador. Soy un pecador”.

Quien conoce a D. José sabe que ha pasado por innumerables circunstancias donde ha estado a punto de perder la vida…Recuerda a aquel pasaje paulino, donde el apóstol de las gentes enumera los peligros por los que ha pasado… 

Para D. José Domínguez: “Todo es Providencia de Dios. Lo que no es Providencia, es pecado”.

Peguntado por algún suceso de su vida de servicio sacerdotal, nos remite a la misa que va a celebrar y que lo contará en la homilía.

Para D. José Domínguez: “Todo es Providencia de Dios. Lo que no es Providencia, es pecado”.

El suceso comenzó con una llamada para atender a una moribunda en la calle Pizarro de Vigo. Le llamaron de madrugada. Dice que se “enfundó la sotana por encima del pijama” y corrió al lugar. Atravesó la avenida de Madrid y subió por un camino de piedras hasta la parroquia de Santa Rita-San José Obrero. En un momento concreto, notó que una fuerza le presionaba desde los hombros hasta tirarlo. D. José intuyó que era el demonio que no quería que llegase a tiempo a la casa de la moribunda. Se levantó y le dijo algo así como ‘Tú no podrás conmigo’. Al llegar a la calle Pizarro, no encontraba el número del edificio. No aparecía ante su vista. Pero el Espíritu Santo, dijo, le sugirió que tomase como referencia en anterior y el siguiente al que le habían facilitado. Así lo hizo y entró en ese portal. No subió en ascensor para no darle otra oportunidad fácil a que el demonio retardase su llegada…La enferma estaba todavía con vida atendida por su hija. La confesó y ella estaba muy consciente de todo. Le administro la Unción de los enfermos, entonces llamada extremaunción, y, tras rezar con ella la Salve, aquella mujer falleció. Al día siguiente comprobó que no tuvo ningún problema para localizar el número de ese edificio vigués. Hasta aquí el relato aproximado de lo que predicó en la homilía D. José.

Estos 60 años de servicio los resume D. José como “un hilo de Dios”.

Don José Domínguez es miembro a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, una asociación de clérigos intrínsecamente unida a la Prelatura del Opus Dei. Preguntado por su pertenencia a esta institución de la Iglesia Católica, contesta: ”¡Gracias a Dios! Me ha aportado todo…Me dio el sentido de la filiación divina…que es lo principal del Opus Dei…La filiación divina es una gracia del Opus Dei…único en la Iglesia…El tener ese rasgo como institución”, repite.

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"La confesión es un sacramento importantísimo…Si lo dejamos, nos hundimos. La gente está hundida en la miseria…espiritual…por la falta de Confesión…”,

Frente a la secularización de una sociedad que se aleja de Dios, D. José recomienda: “Empezar desde pequeños con los niños junto a sus padres. La familia es lo más importante del mundo. La familia…la familia…¡Qué no lo valoramos! Pablo VI, san Pablo VI escribió una encíclica, la Humanae vitae (1968), cuyo mensaje se convirtió en una protesta universal, incluso en la Iglesia, sobre una norma impresionante.  El mismo pontífice tembló al firmar aquel documento”.

Otro rasgo del carácter de este sacerdote es su devoción a la Virgen de Fátima. Es un gran conocedor de todo el entorno de las apariciones de la Virgen. “La Iglesia [Católica] es un misterio de Dios, es un misterio. Y Fátima está dentro de ese misterio de Dios. San Juan Pablo II habló de una geografía mariana, esto es, de los santuarios dedicados a la Virgen María en el mundo. Ahora hay uno en Medjugorje, en [Bosnia y Herzegovina], que es famosísimo y donde se han puesto más de un centenar de confesionarios…La confesión es un sacramento importantísimo…Si lo dejamos, nos hundimos. La gente está hundida en la miseria…espiritual…por la falta de Confesión…”, razona con gran claridad.

Para terminar, D. José Domínguez habla de en qué consiste el trabajo sacerdotal. “Estar en las manos de Dios y hacer lo que Él te inspire. Pero no hacemos todo lo que Él nos inspira. Porque Él inspira más cosas buenas que nosotros no hacemos por desgracia”.

D. José Domínguez es único. Cómo responde, cómo enlaza los temas…cómo pasa de puntillas por su vida sin entrar en detalles, cómo no pierde ocasión de dar doctrina…Y todo con un gran cariño y con una franca sonrisa en la cara. Así administra su vida. Es un ejemplo de sacerdote santo que, cuando se vaya al cielo, lo hará rodeado de muchísimas almas a las que ayudó dando su vida.

D. José Domínguez, 60 años de sacerdote: “Mi padre me dijo que él nunca había querido a...
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