sábado. 27.04.2024

Gonzalo y Javier se encuentran un año más al inicio

del pandillero verano en la brava y arrolladora playa portuguesa.

Sentados y mirando al horizonte marino- que tantos

cuerpos se traga año tras año- en donde el mar se muestra auténtico, imponente

y temible.

El mar realiza su trabajo a pleno pulmón: el sol pica,

las olas imponen, la brisa broncea.  En

su sencillez ruda, el mar hace bien lo que sabe hacer.

Gonzalo y Javier  mantienen una conversación de principios de verano de máximo interés: pasan lista a las altas y a las bajas de la pandilla… Un sinfín de novedades. ¡Siempre hay alguna ausencia que duele!

De repente Gonzalo reta a Javier: “¿un verano

desconectado de tecnología?” Más mar, más arena, más verbos, más ejercicios,

más aventura, más calle, más libros, más reflexión… y muchos más más.

Y Javier sin saber del todo el  porqué, recoge el guante, como si fuera un

juego de niños…

Pero fíjate tú, en sus lechos de muerte ambos  recuerdan todavía el reto que tantos años duró

y tanto les marco. Lo perciben como un reto de energía y de alegría. Y  lo sienten 

más como ganancia  que como una

pérdida.

¡Hay! Cuando el cielo está cerca distinguimos con más

nitidez  voz y eco.

Fueron grandes lectores…

Y al verano siguiente de su fallecimiento, el mar nos

recuerda su ausencia. El bravo mar luso que un día fue testigo de un pacto entre

niños que duró y duró y duró… El mar supone que les fue bien.

El mar también carece de artilugios tecnológicos, no

importa para su esencia. En cierta manera, con su bravura y potencia, parece

que al menos este año tributa un homenaje a nuestros intrépidos jóvenes, que un

día hicieron un pacto que duró.

POSTDATA:

Lo  escrito  hasta aquí fue anterior a La crisis de covid

19, me da que pensar…Dicen los que saben que viene un desarrollo de la

inteligencia artificial. Puede ser, no lo sé, que el mensaje de Gonzalo y

Javier suba a la cresta de la ola.

Os pregunto allí donde estéis:

¿Os dejaríais meter un chips en vuestro body?

Por G. Sierra. [email protected]

¡Siempre hay alguna ausencia que duele!