La escalada de precios está haciendo que el gas y la luz se hayan convertido, desde hace ya varios meses, en los protagonistas inamovibles en la lista de preocupaciones de la economía española. Esto hace que se abra un intenso debate sobre la disposición actual del mercado energético, y se lleve a cabo un análisis de las distintas posibilidades que puedan ser más eficientes, rentables y medioambientalmente sostenibles, además de permitirnos, al mismo tiempo, superar la crisis y evitar el desabastecimiento.
Actualmente compramos el 74% de la energía que consumimos a otros países, y es esta enorme dependencia la que en estos momentos nos tiene en jaque. Esta situación energética, tan tensionada y compleja, hace que los expertos veamos en la eólica una alternativa ganadora en España. Y es que es la primera fuente de generación eléctrica en nuestro país y se espera que se siga consolidando como la tecnología que más electricidad genere en los próximos años, según los últimos datos de la Asociación empresarial española de energía eólica (AEE). Además, el estudio “La situación del ecosistema ibérico de las tecnologías limpias” llevado a cabo por Cleantech asegura que 2022 fue un año clave para las operaciones en fases de crecimiento de tecnologías limpias de España y Portugal. Sin embargo, también apunta que la financiación para potenciar estas tecnologías fue un 70% menor en estos países que en Francia, y un 76% menor que en Alemania.
La energía eólica es una importante oportunidad económica, que podría ayudar a alcanzar la autonomía energética de nuestro país, y lo que sería aún más importante, podría llegar a producirse para exportar a otros lugares. Es importante potenciar la tecnología para que la capacidad de producción de energías limpias crezca.
Los parques eólicos van alcanzando cada vez una mayor proporción del territorio nacional. Actualmente existen 1.298 parques eólicos instalados en más de 850 municipios españoles. Los recién estrenados parques de Piedrahita de 19,8 MW, que consta de cinco aerogeneradores, y El Castillo eólico, con una capacidad de 25,2 MW y siete aerogeneradores, localizados en Teruel y Zaragoza respectivamente, son todo un hito para el sector, especialmente por la orografía de la zona, con una gran complejidad de la geomorfología del terreno y una logística que tuvo que llevarse a cabo a través de rutas de acceso no convencionales. Se ha hecho en una zona como Aragón, una de las comunidades autónomas con mayor potencia eólica instalada, con 4.435MW, solo por detrás de Castilla y León que cuenta con 6.404 MW.
Las necesidades de almacenaje de esta energía van tomando una relevancia cada vez mayor, ya que es uno de los principales hándicaps a los que se enfrenta. Es en este punto donde el entorno marino presenta ventajas considerables para ello. Actualmente, la Unión Europea tiene el firme compromiso de que, en el año 2030, el 30% de la energía renovable se adquiera a través de fuentes eólicas, y en concreto un 7% a través de fuentes eólicas marinas.
Los casos comentados anteriormente son muy buenos ejemplos del potencial que existe en el sector. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer, porque, aunque en 2021 se instalaron 842.61 MW eólicos, todavía es una cifra que se encuentra muy por debajo de los 2,2 GW que se requiere instalar para lograr alcanzar los objetivos para 2030 del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Además, es necesario que, aunque haya más sistemas y productos como los aerogeneradores, estos cuenten con respaldo y consigan obtener beneficios, cosa que actualmente no está ocurriendo. Uno de los principales motivos es que esta producción se realiza en zonas rurales y resulta costoso llevarlo a las grandes urbes. Para resolver este punto, se necesita apoyo gubernamental, flexibilizando la regulación e innovación del modelo operativo para que puedan, además, generar oportunidades laborales y económicas en las zonas donde se encuentra ubicada la “generación distribuida” de energía. Además, se necesita financiación, porque la inversión actual en fabricación de energía limpia está muy concentrada en unos pocos sectores. Además, la producción también está concentrada geográficamente y centrada en un solo mercado: China. Y eso tiene que cambiar porque tenemos la capacidad y los recursos.
Pero el camino en el que se está trabajando es el correcto. Bajo mi punto de vista es el momento de cambiar el mercado y quizás integrar la estrategia europea o mundial de precios de la energía. En definitiva, la tecnología será el principal aliado para conseguir la meta ecológica que tanto se buscamos.