martes. 26.11.2024

Las XXXV Jornadas Luis Asorey, organizadas por la Real Academia Galega de Ciencias y la Deputación de Lugo, han puesto el foco en la importancia de la alimentación para nuestra salud y el planeta. En esta edición, el destacado investigador Gumersindo Feijoo, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago, ha profundizado en los beneficios de la dieta atlántica, un patrón alimentario tradicional que cada vez gana más adeptos.

Un tesoro nutricional

La dieta atlántica, rica en pescado azul, marisco, verduras de hoja verde, legumbres y frutas de temporada, se ha revelado como una aliada para nuestra salud. Según Feijoo, esta dieta aporta una gran variedad de nutrientes esenciales como omega-3, vitamina D y antioxidantes, que contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer. Además, su alto contenido en fibra favorece una buena digestión y ayuda a mantener un peso saludable.

Un impacto ambiental reducido

Pero los beneficios de la dieta atlántica no se limitan a nuestra salud. Este patrón alimentario también destaca por su bajo impacto ambiental. Al consumir productos locales y de temporada, reducimos las emisiones de CO2 asociadas al transporte y apoyamos la agricultura sostenible.

El investigador explicó que la huella de carbono de la dieta atlántica es significativamente menor que la de otras dietas, gracias a la producción local y a la elección de alimentos con menor procesamiento. Además, la huella hídrica también es menor, ya que muchos de los alimentos que la componen requieren menos agua para su cultivo.

Cinco claves para una alimentación sostenible

Para aprovechar al máximo los beneficios de la dieta atlántica, Feijoo propone cinco claves fundamentales:

  1. Priorizar los productos locales: Optar por alimentos producidos en un radio de 100 km reduce la distancia de transporte y apoya a los productores locales.
  2. Elegir envases sostenibles: Minimizar el uso de plásticos y optar por envases reciclables o biodegradables.
  3. Respetar la estacionalidad: Consumir frutas y verduras de temporada garantiza su frescura y reduce el impacto ambiental.
  4. Buscar ecoetiquetas: Las ecoetiquetas certifican que los productos cumplen con criterios de producción sostenible.
  5. Reducir el desperdicio alimentario: Planificar las compras, almacenar correctamente los alimentos y aprovechar las sobras son medidas clave para evitar el desperdicio.

Conclusión

La dieta atlántica se presenta como una opción alimentaria saludable y sostenible, que beneficia tanto a nuestra salud como al planeta. Al incorporar estos hábitos en nuestra vida diaria, podemos contribuir a un futuro más sostenible y saludable para todos.

La dieta atlántica: un tesoro nutricional y ambiental
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