A sus 35 años, dice que le gusta tratar con la juventud porque lo rejuvenece. “Así siento que no pierdo la conexión”, para evitar sentirse viejo en algunas cosas. Este viernes acaba de cumplir su noveno aniversario de ordenación sacerdotal. Es el párroco de Salvaterra de Miño, Sergio Gómez Núñez, que esta mañana invitó a algunas personas a la celebración de las 11.00 horas, más solemne que de costumbre para dar gracias a Dios por esos 9 años ejerciendo el ministerio sacerdotal.
Diario Luso-Galaico habló con él esta tarde. Don Sergio calificó de “muy intensos” estos nueve años. Pasó por varias parroquias, en algunas como sustituto, y contabiliza unas 20. Además, lo marcó la muerte de dos compañeros sacerdotes.
El sacerdote universitario –por impartir clase en la UVigo– y fundador de la JUM (Juventudes Unidad en Marcha). Y Alberto Novoa, otro presbítero ordenado ya mayor, cuyos padres se fueron a Argentina y cuando regresó trabajaba en la lonja del Berbés, lo que en los últimos años compatibilizó con sus estudios en el seminario de Vigo.
A Don Sergio le tocó convivir, compartiendo muchas veces su vivienda o casa rectoral, con otros sacerdotes y personas de las que conserva gratos recuerdos en estos últimos años.
Digamos que Gómez Núñez es un hombre de aventura. Aunque él afirme ya que “la aventura cada vez me gusta menos”.
Realmente no recuerda momentos difíciles en estos años de sacerdocio. Salvo alguna falta de agradecimiento de personas a las que ha ayudado y, simplemente, califica el hecho de “desagradable”. Aun así, no hay un momento que calificar como malo.
¿Y un momento gozoso? Tampoco lo identifica de momento en su vida sacerdotal, aunque no descarta que esté por llegar. Y refiere una frase de otro compañero presbítero: “El sacerdocio es algo dulce”.
Ya lleva 5 años en Salvaterra y 4 como párroco de la iglesia del centro urbano.
Don Sergio admite que verdaderamente han disminuido el número de fieles en las parroquias, pero ve que los que asisten son “de categoría y nivel. Gente bien preparada y formada para los acontecimientos que parece van a venir”, dice al modo escatológico...
Anima, a su vez, a los feligreses a hablar de Dios en su familia, en su trabajo...en todos los ámbitos de su vida, para atraerlos a la Iglesia Católica. ¿Cómo? “Dando ejemplo y, si te preguntan, hablando”.
Es muy suyo el término “cristianos culturales”, esto es, personas que se mueven, aunque no lo sepan, por ideales cristianos y que son muy recuperables para incorporarse a las prácticas de piedad y frecuentar sacramentos.
Volviendo al momento gozoso del sacerdocio, este joven sacerdote apunta al momento de la muerte. Aquellas personas que están a punto de morir y reciben los sacramentos y el buen morir...”son momentos espectaculares”.
Y ejemplifica: si te vas a morir dos días antes de que se declare la tercera Guerra Mundial, lo importante es tu muerte.
Respecto a la caridad, cita a las “personas desahuciadas socialmente”, gente a la que les ha ido mal... Gente que viene herida y al mínimo toque, muerde... Para todo, Sergio aplica aquel consejo de Madre Teresa: algunas veces vas a recibir ingratitudes haciendo el bien, sin embargo, sigue haciéndolo.
Sobre la soledad en la sociedad actual, Don Sergio Gómez la compara a la enfermedad de la diabetes que te “ataca donde menos lo esperas”.
En la relación feligrés-cura, don Sergio señala que “interviene el dinero”. “La gente valora que le cuides su iglesia. La gente necesita ver que su dinero, sus limosnas, se gastan”. Y en la iglesia de Salvaterra ha mejorado el presbiterio y ha colocado altares laterales con sus correspondientes santos. Y eso que sabe y reconoce que hay quien opina que recarga demasiado la iglesia...
No conoce al próximo obispo, Antonio Valín, pero ya va a invitarlo para el día del patrón de Salvaterra, san Lourenzo, el 10 de agosto. “No sé si será demasiado temprano...”, dice.
San Lourenzo, un santo introducido en el ceremonial de la investidura de nuevos cofrades en la Cofradía do Viño do Condado do Tea e Espumosos del Salvaterra que Don Sergio desconocía. Y suelta: “A los filósofos griegos les agradaba tomar vino para filosofar”. El momento es muy divertido y reímos.
“San Lorenzo era prácticamente una fiesta perdida” en el sentido de que no era día festivo civil y pasaba desapercibida. El año pasado y este sí son festivos. Por eso el párroco constata que esto refuerza la devoción de los salvaterrenses al santo que fue quemado en una parrilla.
Don Sergio siempre tiene mucha gente a su alrededor, y especialmente, gente joven. Seguro que en algunos surgirá su vocación al sacerdocio a pesar del obstáculo de que “el cien por cien de compromiso en la gente joven es difícil en la juventud”. Sin embargo, el dueño de la mies –parafraseando el pasaje evangélico– seguro que encontrará trabajadores para su viña, sin duda.
¡Felicidades D. Sergio! ¡Su sacerdocio dará mucho fruto! Nueve años no son nada para un sacerdote “ad eternum”, para la eternidad.