Luis Alberto Rosales, director general de la Fundación Centro Académico Romano, CRAF, impartirá la conferencia 'Los sacerdotes, la sonrisa de Dios en la Tierra', este martes, a las 20,30 horas en el auditorio Quinto Centenario (rúa Santísima Trinidad, 24, en Baiona, Pontevedra). DL-G le entrevista ya en tierras gallegas para adelantar lo que mañana va a trasladar al público asistente
Pregunta : En un mundo marcado por la violencia y la incertidumbre, usted propone una vuelta a la fe como solución. ¿Cómo puede la figura del sacerdote contribuir a un mundo más justo y pacífico?
Respuesta: "En un mundo tan convulso, la figura del sacerdote se erige como un faro de esperanza. A través de su servicio a los demás, los sacerdotes fomentan valores como la solidaridad, el perdón y el amor al prójimo. Son agentes de cambio en sus comunidades, promoviendo la reconciliación y trabajando por un futuro más justo y pacífico. Su presencia es un bálsamo en un mundo herido, ofreciendo consuelo y orientación espiritual a quienes lo necesitan".
P: La Fundación CARF lleva 35 años formando sacerdotes y religiosos en todo el mundo. ¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrentan estos jóvenes en la actualidad y cómo los ayuda CARF a superarlos?
R: "Los jóvenes que sienten el llamado a la vida sacerdotal se enfrentan a un mundo cada vez más secularizado y a una sociedad que a menudo desconoce el valor de la fe. En CARF, les ofrecemos una formación integral que les permite afrontar estos desafíos con confianza. Les proporcionamos las herramientas teológicas y humanas necesarias para ser testigos creíbles de Cristo en un mundo globalizado y complejo".
P.: Usted ha mencionado el impacto social de los sacerdotes formados por CARF en sus países de origen. ¿Podría compartir alguna anécdota concreta que ilustre este impacto positivo?
R.: "La labor de nuestros graduados es verdaderamente inspiradora. Hace apenas unos días, tuve la oportunidad de visitar el seminario en Italia y conversar con seminaristas provenientes de distintos rincones de África. A pesar de la barrera idiomática, la comunicación fue profunda. Me hablaban en suajili, cingalés, zulú... y al escuchar sus historias de sufrimiento, de haber visto morir a sus seres queridos, de haber pasado hambre, no podía evitar sentir una profunda tristeza. Sin embargo, también percibía una inmensa alegría en sus ojos. Y es que, a pesar de todo lo vivido, habían encontrado en la fe una fuerza que los impulsaba a seguir adelante.
Por otro lado, hace unos meses tuve la oportunidad de despedir a un grupo de sacerdotes y religiosos que regresaban a sus países de origen tras completar sus estudios. Los veía partir llenos de ilusión y entusiasmo, con el deseo de servir a sus comunidades. Era evidente que su formación en CARF había sido una experiencia transformadora. Ver cómo estos jóvenes, provenientes de contextos tan diversos, se unían en torno a un mismo ideal me llenaba de esperanza.
Estas anécdotas son solo un pequeño ejemplo del impacto que tiene nuestra labor. Ver cómo estos jóvenes, a pesar de las dificultades, se convierten en agentes de cambio en sus países de origen, es una recompensa inmensa para todo nuestro equipo".
P.: ¿Qué mensaje quiere transmitir a los asistentes a su conferencia? ¿Por qué es importante que conozcan la labor de la Fundación CARF y se involucren en esta causa?
Respuesta: "Quiero invitar a todos a descubrir la belleza y la relevancia de la vocación sacerdotal en nuestro mundo. La Fundación CARF es un puente entre diferentes culturas y continentes, y nuestra labor es esencial para garantizar un futuro más justo y solidario. Los invito a unirse a nosotros en esta misión y a apoyar a los jóvenes que han decidido dedicar su vida al servicio de Dios y de los demás".
P.: Para finalizar, señor Rosales, usted ha descrito la trayectoria de 35 años de la Fundación CARF como una "realidad maravillosa". ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a quienes estén considerando apoyar esta causa o a aquellos que simplemente buscan un sentido más profundo en sus vidas?
Respuesta: "Mi mensaje es claro y conciso: la Fundación CARF es un proyecto de esperanza. Un proyecto que demuestra que, incluso en un mundo marcado por la división y la incertidumbre, es posible construir un futuro mejor. Al apoyar nuestra causa, no solo estás contribuyendo a la formación de futuros líderes espirituales, los sacerdotes, sino que también estás sembrando semillas de cambio y de esperanza en todo el mundo. Te invito a unirte a nosotros en esta hermosa misión de llevar la sonrisa de Dios a cada rincón del planeta".