Como amante del deporte en general, y seguidor del tenis en particular, estuve disfrutando durante estos últimos días del prestigioso torneo parisino Roland Garros. Me llamaron especialmente la atención las declaraciones de uno de los jugadores profesionales que participó en la competición. Comentaba que después de un encuentro, tras pasar por todas las rutinas habituales (bañera de hielo, masaje, control antidoping, rueda de prensa, etc) se fue a cenar una pizza…
Recientemente me comentaba un amigo que participa en triatlones a nivel amateur (un deporte altamente exigente a nivel de resistencia física), que observaba que muchos de los profesionales con los que se cruza en diferentes pruebas improvisan lo que comen y beben. No llevan consigo la nutrición e hidratación destinada a apoyar específicamente las demandas físicas que tales esfuerzos requieren, y simplemente comen y beben aquello que les ofrecen en dichas pruebas, sea agua sola, alguna fruta o productos de marcas populares que no siempre aportan valores nutricionales adecuados a un deportista.
Reputados expertos mundiales en este campo, como el Doctor Julián Álvarez, nos recuerdan una y otra vez que no sólo es importante lo que comemos, sino cómo lo comemos y cuándo lo comemos. Esto viene a decirnos que cuando uno es deportista, lo es las 24 horas del día, y no solo cuando compite.
Esto me hizo reflexionar sobre si realmente se están haciendo bien las cosas en el ámbito de la alimentación del deportista profesional o si, por el contrario, todavía hay camino por recorrer.
Lejos quedan ya aquellos románticos años en los inicios del deporte profesional en los que prácticamente el 100% del desempeño deportivo era fruto del talento y las horas de práctica. Sin intervención de demasiados cuidados físicos, la mayoría de las carreras deportivas finiquitaban antes de los 30 años.
Pero la propia competitividad inherente al deporte profesional hizo que se buscaran formas de optimizar el rendimiento deportivo para conseguir mejores resultados. Fue entonces cuando el cuidado físico en sus diferentes vertientes, incluida la alimentación, empezó a adquirir especial relevancia y empezamos a ver deportistas más fuertes, más rápidos, más resistentes, más longevos. Además, a esto se le unieron los avances tecnológicos de los materiales deportivos y la mejora del calzado y las prendas técnicas. El resultado de todo esto fue una gran transformación en muchas de las disciplinas deportivas. De ahí que, por ejemplo, hoy en día podamos ver a un tenista sacar a más de 200 km/h o a determinados atletas batiendo récords mundiales constantemente.
La ciencia ya ha demostrado por activa y por pasiva que la nutrición tiene una alta incidencia en la salud, el bienestar y el desempeño físico de todas las personas. Los deportistas obtienen de lo que comen y beben la energía o los materiales de reparación y recuperación física, entre otras cosas. Y esto antes, durante y después de extenuantes jornadas de entrenamiento y competición.
Reputados expertos mundiales en este campo, como el Doctor Julián Álvarez, nos recuerdan una y otra vez que no sólo es importante lo que comemos, sino cómo lo comemos y cuándo lo comemos. Esto viene a decirnos que cuando uno es deportista, lo es las 24 horas del día, y no solo cuando compite. Así que durante esas 24 horas es absolutamente primordial tener claro lo que hay y no hay que hacer.
Al rebobinar y volver a nuestra reflexión inicial, haciéndome de nuevo la pregunta, “¿el deportista de hoy cuida su alimentación para su rendimiento deportivo?” Siento que la respuesta es que, aunque se ha avanzado mucho en la ciencia de la nutrición, no siempre los deportistas le dan la importancia que tiene… ¿Por qué? Porque a estas alturas ya no es una cuestión de ciencia, sino de conciencia. Algo como la nutrición puede ponerse fácilmente a prueba. Luego, sólo es cuestión de ver los resultados que se obtienen, tanto en el corto plazo, como sobre todo en el medio plazo, y ya después a lo largo de todo el resto de la carrera deportiva.
Pero una toma de conciencia requiere de cierta humildad y receptividad para escuchar, informarse y aprender lo que es mejor para un óptimo desempeño físico. Y por supuesto, requiere también de estar rodeado de un entorno adecuado y que esté al día de todo lo que supone ser un profesional del deporte en la actualidad.
Sólo así, con conocimiento, constancia y trabajo, puede un deportista repercutir directamente en la calidad y longevidad de su carrera profesional a través de una buena alimentación.