A nadie se le escapa que la guerra entre Rusia y Ucrania acapara la atención de gran parte de la prensa internacional, omitiendo otros conflictos que han bajado en interés en la opinión publica, como puede ser el eterno conflicto de Israel y Palestina.
Durante algún tiempo se vienen produciendo incidentes que de algún modo venían calentando la situación, que obviamente podía degenerar en un conflicto. Pero era difícil creer que esta confrontación pudiese llegar a un grado de similitud del desencadenado en el Líbano en el verano de 2006, en la llamada Segunda Guerra del Sur, entre las tropas de Israel y las milicias de Hezbollah.
Ambos conflictos tienen en común que, en los dos casos, los Servicios Secretos de Israel infravaloraron al enemigo que tenían en frente y, en los dos, las bajas por parte de Israel fueron mayores de lo que podían prever, superadas en número en este caso.
La respuesta de Israel en 2006 fue desproporcionada. La opinión publica internacional le dio la espalda y la ONU tuvo que emitir la resolución 1.701, para poner fin al conflicto. Muestra de este desacuerdo fue la publicidad dada sobre ella por Noam Chomsky, pacifista y activista norteamericano, decantándose por el lado libanés y plasmado en su libro testimonial Lebanon Inside (Líbano desde dentro). Es una muestra de la repulsa internacional que este conflicto produjo, al ver que la venganza por la muerte de ocho soldados israelíes terminó con más de mil muertos entre la población libanesa y de cien por la israelí, sin que la infraestructura de combate de Hezbollah quedase dañada.
El pasado jueves 5 de octubre, un ciudadano norteamericano protagonizó un hecho delictivo en el museo de Jerusalén, destrozando con un palo la cabeza de una estatua romana del siglo II, perteneciente a la diosa Atenea, que había sido encontrada en Tel Nahora. El hombre fue retenido por un guarda jurado y entregado a la policía local de Jerusalén, sin que quisiesen publicar su identidad. Cuando lo detuvieron alegó que la estatua era una afrenta a la Torá.
En la mañana del sábado 7, cinco judíos fueron detenidos en Jerusalén, por vejaciones, contra cristianos, a los que escupieron, y lo mismo hicieron hacia una iglesia y contra la mezquita de Al Absa. Estas afrentas vienen siendo denunciadas hace meses, pero la comunidad cristiana denuncia que no son publicados nunca los nombres de los detenidos, ni las autoridades hacen demasiado por atajarlas, sufriendo cristianos y musulmanes las consecuencias de estos actos vandálicos y creando un caldo de cultivo para un aumento de tensión.
El ataque coordinado perpetrado por Hamas, casi en el cincuenta aniversario de la Guerra del Yom Kippur y pese a que el analista judío Anshel Petffer calificó el resultado de este como una catástrofe, pero que no puede ser comparado con el Yom Kippur. Yo modestamente opino que no fue un hecho improvisado, ni un hostigamiento más con los cohetes ‘Katyusha’ casi de fabricación casera. Sino un ataque preparado y planeado al puro estilo de un ejército regular asesorado por un buen estado mayor.
Tanto la oposición como gran parte de la población israelí mostraron su descontento con el ejecutivo ante el shock que las imágenes proyectaban, por la improvisación, descuido y tardanza de respuesta de un ejercito que gasta millones de dólares en la adquisición de moderno material bélico, entre ellos el Iron Dome (Cúpula de hierro). Este escudo antimisiles se mostró incapaz de impedir que se produjesen casi quinientos muertos, mas de mil heridos y decenas de secuestros. El ejército no pudo evitar la incursión en el terreno y que fuesen capaces de asesinar o secuestrar impunemente personas civiles y militares, llevarse vehículos y material del ejército al que, como hace cincuenta años, pillaron con la guardia baja.
La reacción internacional no se hizo esperar. Algunos alineándose con Israel, otros, los menos, como Hezbollah, con los palestinos. Pero es curioso que uno de los primeros países en ofrecerse como mediador en el conflicto sea China, abogando sin ambigüedades por la búsqueda de la creación de dos estados uno de Israel y otro de Palestina (precisamente un objetivo de Hamas), y no menos curioso que Rusia, en guerra con Ucrania, pida también el cese de las hostilidades.
La preocupación internacional es manifiesta, por la posibilidad de que la confrontación pueda ampliarse en el entorno a escenarios inmediatos. En la mañana de este domingo 8, la milicia libanesa atacó con granadas de mortero posiciones en la zona de los Altos del Golán, bastante cercanas al área de influencia de UNIFIL (Cascos Azules de NNUU), así como de las Granjas de Cheba, recibiendo la respuesta de ataque con drones a posiciones de Hezbollah por parte de las Fuerzas de Defensa Israelí (IDF, de sus siglas en inglés). Se sabe que, hoy mismo, dos turistas israelíes, fueron asesinados a tiros en Egipto, probablemente como un acto más a añadir a la situación de este conflicto armado.
Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea declararon abiertamente su postura favorable al derecho de defensa de las Fuerzas de Israel, quienes, en las incursiones de la noche del sábado al domingo produjeron en la Franja de Gaza más de trescientos muertos y entre ellos mas de un centenar de niños, aparte de dejar sin luz la población y hacer colapsar varios edificios.
Podríamos preguntarnos que intenta Hamas con este ataque por sorpresa que está causando estupefacción en el mundo.
Yo pienso que el primer objetivo es evitar que se olvide el conflicto continuo con Israel, por la ocupación de su territorio, tanto por parte de los colonos judíos como por el ejército.
Segundo, no son pocos gobiernos árabes, y la Autoridad Palestina no es excepción, que ven con preocupación los acuerdos bilaterales de cooperación entre Arabia Saudí (en conflicto con Yemen) e Israel. Este conflicto, aunque no anule estas negociaciones, no cabe duda de que las ralentiza. De hecho la Autoridad Palestina pidió la reunión urgente de la Liga Árabe.
Tercero. Sabedores de las respuestas desproporcionadas por parte del ejército israelí, provocadas para conseguir que la comunidad internacional le vuelva la espalda al ejecutivo de Benjamín Netanyahu, como ocurrió en el 2006 en el Líbano; baste como ejemplo de esta desproporción, que la venganza del ataque y muerte en 2014 de una decena de soldados israelíes, produjo la muerte de más de dos mil palestinos, la mayoría de ellos población civil. Usando como escudos humanos la población, e incluso a los secuestrados, conseguirian el efecto propagandístico que tendría que ciudadanos israelíes muriesen por fuego amigo, además de utilizarlos como moneda de cambio con prisioneros de Hamas encerrados en cárceles de Israel.
Cuarto. Demostrar que, pese a la superioridad armamentista, no es invulnerable y el enemigo, potencialmente inferior, es capaz de asentar un golpe de efectos devastadores que sin duda pasará factura política, como en su día la pasó en la guerra del 2006.
Netanyahu, de las guerras, salió fortalecido políticamente. ¿Pasará igual en esta ocasión? Sinceramente pienso que no.