Vengo del período vacacional algo espeso, dispuesto a empezar con esa bella labor de escribir o juntar letras, si lo prefieres. No sabía sobre qué escribir, el cuerpo me pide hablar de la crisis institucional de nuestro país, pero ya sabes: hay una voz que me dice no te metas en política, no te conviertas en llorón y cantador de los males de nuestro querido país. Si me parece interesante prever cuando y por qué caerá el “susodicho”, aquel que acierte me comprometo a invitarle a una de bravas- que no de ketchup-.
Dentro de las instituciones que conforman la sociedad la mor important is de family, este verano he coincidido con algunas familias que dejan algo de huella.
Hay familias con brío, Figueira da Foz siempre se caracterizó por tener un veraneo muy familiar, los planes intergeneracionales son muy simples: playa, mercado, baños, donde los jóvenes se preocupan de los mayores. En Figueira de una forma muy natural los planes entre padres e hijos y amigos son frecuentes, se disfruta la familia, algo tiene esta villa para producir esta mezcolanza que no se da en la ciudad. Follones y juntanzas, sardinas y terrazas, helados y casino, tenis y mercado son lugares donde se hermanan lo nuevo y lo “algo más viejo”.
Hablaré de dos familias con las que he tenido el gusto de tratar: la primera formada por padre madre y dos hijos ya mayores, uno trabajando y el otro en 3º de carrera, viven fuera y en Figueira se reúnen. Con mucha normalidad se juntan en la playa, acompañados por buenos bocatas y ensaladillas y de vez en cuando por algún marisco. Se ve que se llevan muy bien, se buscan, conversan y con la excusa de un sinfín de aficiones comunes: tenis, sardinadas, playa y paseos, interactúan.
Padres a gusto con sus hijos y viceversa y un sentimiento de piña y de unidad que desborda y se impone con naturalidad. La familia se necesita y los hijos vuelven al hogar y disfrutan de sus padres. Cenas caseras con familiares, donde las criansas concurren de buen grado.
Todo muy común, donde se respiran melodías que demuestran que la familia es la institución primordial y básica para sociedades sanas.
La dicha del otro es lo que importa. Ellos no lo saben, pero son un modelo a seguir, un testigo de familia unida que se lleva bien y que disfruta estando junta.
La segunda familia de las que os quería hablar la conocí en una iglesia, estaban sentados en los dos bancos de adelante, vi a una Madre sentada con 6 hijos repartidos en dos bancos. Cada dos o tres minutos llegaba otro y yo decía: ¡¡¡hala!!! Finalmente conté 10 y por fin llego el padre.
La madre estaba pendiente de la peque y el padre del peque, no les llamaron la atención ni una sola vez, interactuaban con manos y abrazos, intercambiaban sonrisas. Sus gestos les delataban: había pasión, entrega, servicio.
Al darse la paz las sonrisas eran francas, no parecían cumplir con el rito, los hermanos interactuaban con afecto, daba la sensación que eran educados y que se ayudaban unos a otros. Una maquinaria perfecta, un equipo. No encontré un mal gesto y eso que los peques daban la vara.
Hasta aquí lo que yo percibí. Estos testimonios de este verano no implican necesariamente que la realidad familiar no tenga sus crisis y sus problemas. He disfrutado con las familias y también de mi pequeña familia.
Aviso a los navegantes: alguien puede pensar que el artículo pone como ejemplo a familias perfectas y maravillosas, reflejando superioridad moral frente a otro tipo de familias más defectuosas. Se trata de lo contrario: por muy mal que estés siempre puedes mejorar, se puede y se debe cambiar, se puede ser más humilde, se puede rectificar, reconstruir relaciones y se puede servir sin querer dominar. Saber dar sitio a cada miembro de la familia.
Se puede escuchar y ayudar. Si cambias tú, cambiará toda tu familia -haz la prueba es muy barato-. A las miles y miles familias imperfectas va dirigida este artículo y al enorme potencial de mejora -¡qué sabe nadie hasta donde podéis llegar!-.
Saber encontrar esa música, esos tiempos que funcionan dentro de la vida familiar. El cambio, la rectificación siempre es posible. Lo errores están para superarse, cambia primero tú para cambiar tu familia- ya sé, ya sé que la frase es un tópicazo, pero al menos, la apliqué al mundo familiar que es más cercano y accesible. Sé que estas frases no me mejoran como escribiente, pero una vez que caes en el charco necesitas algún chascarrillo para desencharcarte-.
Está de moda atacar a la familia pero… ¿No será la única institución que se mantiene firme? Ya sé, con enigmas y dilemas ¿no será de las pocas instituciones que funciona? Al menos en muchos casos que no suelen salir en los medios de desinformación.
La madre Teresa de Calcuta relacionó la paz mundial con las familias, decía:
“si quieres promover la paz VETE A CASA”.