Ha muerto Raquel Welch. Fue uno de los mitos eróticos del Hollywood de los años 60 y 70. Su aparición en Hace un millón de años (1966) (des)vestida con un prehistórico bikini causó tanta sensación como la de Ursula Andress, también con un sugerente dos piezas, en James Bond contra el Dr. No (1962), la primera entrega de la saga del agente secreto. Ursula aún está felizmente viva: en marzo cumplirá 87 años, cinco más de los que tenía Rachel.
La verdad es que apenas recuerdo haber visto a la Welch en el cine o la televisión. Tengo que decir que yo era muy pequeño en su época de esplendor (cuando se estrenó Hace un millón de años, ni siquiera había nacido) y luego no he tenido ocasión de recuperar sus películas. Por lo tanto, no puedo emitir un juicio de valor sobre sus dotes interpretativas; solo corroborar que, efectivamente, era una mujer bellísima, tanto que fue llamada “el Cuerpo”, un apelativo que hoy resultaría inaceptable.
Pero no quería hablar tanto de Raquel Welch como de un fenómeno que en aquella época estaba todavía plenamente vigente y de la que ella fue sin duda víctima. Los actores latinos en Hollywood tenían que esconder sus orígenes hispanos si querían hacer carrera, todo lo contrario de lo que sucede hoy, en que ser latino no solo no resta, sino que suma. Es el caso de Salma Hayek, Antonio Banderas, Benicio del Toro, Ana de Armas y tantísimos más. Pero en aquellos tiempos, como digo, había que esconderlo. Raquel se apellidaba realmente Tejada (el apellido Welch lo tomó de su primer marido) y era hija de boliviano. Anthony Quinn era mexicano y se llamaba en realidad Manuel Antonio Rodolfo Oaxaca. La gran Rita Hayworth era hija del sevillano Eduardo Cansino y tenía como nombre verdadero el de Margarita Carmen Cansino. Y el padre de Martin Sheen –por no alargar más la lista– era un emigrante de Salceda de Caselas (Pontevedra), muy cerquita de Vigo, llamado Antonio Gerardo Estévez. A sus hijos, también actores, les tocó crecer en otra época, más proclive a lo latino, de modo que Emilio Estévez ha podido trabajar con su nombre real, pero aun así su hermano Carlos prefirió utilizar uno anglosajón, Charlie Sheen, en la línea de su padre.
En fin, descanse en paz Raquel Welch, a quien, sin duda, su belleza le abrió muchas puertas en el cine, pero sus orígenes latinos también le pusieron muchos obstáculos. Ha muerto “el Cuerpo” y ahora –es lo que yo creo– vive el alma.