El turismo ha representado las primeras invasiones pacíficas de la Historia. Hoy es una industria de paz, de cultura, de felicidad, uno de los principales motor de creación de riqueza y empleo en algunos países -España, México o Portugal-, y bien podría serlo en el desarrollo de otras muchas naciones o áreas, especialmente en Iberoamérica y Caribe, necesitadas de entendimientos nuevos y de la eficaz gestión de sus muchas posibilidades. Son destinos deseados por su increíbles posibilidades naturales, paisajísticas, culturales, de ocio, por su grandes ciudades y su rural maravillosos, por la riqueza de sus gastronomías -Perú es un referente inexcusable-, la calidad de sus productos, sus muchas y vanguardistas instalaciones hoteleras y, por supuesto, por la afabilidad de sus gentes.
El sector turístico europeo es de base empresarial y goza de una experiencia centenaria, es extraordinariamente competitivo, y el perfecto ejemplo de cómo construir una economía sometida a avatares muy concretos. Resulta sí muy sensible a las crisis: económicas -inflación, etc.-, pandemias, huelgas, contaminaciones, guerras, terrorismo, cambio climático, problemas medioambientales, catástrofes naturales, etc.-; pero goza de grandes empresarios y trabajadores, que saben de sus objetivos comunes bien definidos: desestacionalización, conectividad, formación de cuadros profesionales, etc., y de la superación de problemas como las masificación, los riesgos de gentrificación -efecto Venecia-, la competencia ilegal y de campañas como la turismofobia o el colapso puntual de fronteras y aeropuertos. El sector representa la primera industria de los países ibéricos, con una transversalidad determinante en su modernización, que transfiere a ámbitos como la agroindustria, el transporte, la construcción, los seguros, la digitalización, las telecomunicaciones, la publicidad, etc., además de contribuir con sus impuestos al pago de los sistemas de bienestar: sanidad, educación, pensiones, infraestructuras, conservación del patrimonio arqueológico, museístico o arquitectónico.
El apunte es oportuno en esta época de recuperación pospandemia, y necesario, por cuanto puede suponer un referente para países como Argentina, Chile, Colombia, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil, Uruguay, República Dominicana, Costa Rica, Paraguay y otros, que bien podrían multiplicar exponencialmente sus ingresos por un concepto de conlleva modernidad, crea puestos de trabajo -incluso poco cualificados- y que bien estructurado recupera zonas depauperadas y preserva el medio ambiente. No considero a Venezuela, Cuba -donde el turismo es importante pero con características singulares- o Nicaragua. No olvidemos que el turista exige, ante todo, seguridad jurídica, policial y sanitaria, y también libertad.
Hay que establecer planes bien elaborados, reproducir modelos de éxito, profesionalizar la administración turística, consolidar un portfolio de productos, legislar para proteger al viajero, el hábitat y las culturas locales, asegurar el transporte y ofrecer servicios de calidad, garantizar las inversiones... En todo ello ha de centrarse el trabajo de los actores implicados, políticos, económicos y sociales, públicos y privados, de cada área, que deben estar dispuestos a cambiar de enfoque y a entender la oportunidad, sus posibilidades y responsabilidades, a establecer reglas de juego claras y a no cometer errores reiterados en lugares ya de éxito.
Hay que transformar los ingresos a través de la experiencia auténtica y satisfactoria de los viajeros y asegurar las inversiones, entre otras circunstancias no imponiendo nuevos impuestos o tasas.
En muchos países está casi todo por hacer, cada uno de ellos ha de hallar su modelo y relanzar y proteger su marca e imagen global. No importan tanto las ideologías que los gobiernan, como el entendimiento y los consensos en lo esencial, la disposición positiva para relanzar sus muchas posibilidades. Con seguridad llegarán las divisas y con ellas el bienestar para sus ciudadanos.
Alberto Barciela
Periodista
Miembros de la Mesa del Turismo de España
Vicepresidente de EditoRed, Red de Editores de UE y América Latina