jueves. 21.11.2024

Nélida PIñón, un año después de despedirse de Galicia

Querida Nélida:

Hace ya un año de eternidad en que visitaste Galicia por última vez de forma física. Aquí pervive tu memoria antigua, eterna, mítica, y tu presente, tu obra, tu magia -la que hizo aparecer a aquel caballo blanco, posiblemente el de Santiago, en el puente de Borela,e Cotobade, una tarde de amistad y orballo, y que también provocó que se desvaneciese en el bosque, entre la bruma, con la misma maravilla del érase que fue en la que, como en un cuento, nos hicieron personajes en el hechizo del destino.

Querida Nélida:

Hace ya un año de eternidad en que visitaste Galicia por última vez de forma física. Aquí pervive tu memoria antigua, eterna, mítica, y tu presente, tu obra, tu magia -la que hizo aparecer a aquel caballo blanco, posiblemente el de Santiago, en el puente de Borela,e Cotobade, una tarde de amistad y orballo, y que también provocó que se desvaneciese en el bosque, entre la bruma, con la misma maravilla del érase que fue en la que, como en un cuento, nos hicieron personajes en el hechizo del destino.

Aún no hemos podido completar tu legado homenaje a los orígenes de tus ancestros queridos. No pudimos entregar ni editar esa colección de artículos que atañen a la tierra germinal, a la del origen de casi todo -como bien sabe Karla Vasconcelos da Silva-, incluidas las nostalgias, también de la morriña incrustada en el alma de una niña que retornó, y lo hizo una y otra vez como en un tiovivo deseado, para quedarse oteando montes, hablando con las vacas, paseando el Obradoiro, acariciando las piedras florecidas que crecieron en catedral, en la que aun mece, cual botafumeiro, las esperanzas de los crédulos, y en el abrazo del Apóstol amigo consuela a los agnósticos, a los mendigos. Piedras que fueron testimonio de solidaridad de las órdenes religiosas, del mecenazgo de reyes, de la inspiración del canto de bardos; piedras que aportaron el soporte a un caudal inagotable de culturas y de mestizaje, que asombran al mundo y que lo invitan a caminar en el sentido del sol poniente, como siguiendo la traza de tu admirado Ulises. Cual Penélope, tú has tejido y destejido la fidelidad en tu obra y en tus relaciones, el amor, no de esposa, pero sí de nieta, de hija, de amiga, de mujer comprometida, culta, atenta, la que me enseñó que el otro existe, la filosofía de la otredad.

Espero abrazar pronto a Karla Vasconcelos da Silva, legataria de un patrimonio inconmensurable. Lo haré, en primer lugar para refrendar la hermandad que nos has regalado, y confío en hacerlo bajo los camelios que plantasteis tú y Carmensa de la Hoz allá en las heredades de tus queridos Piñeiro -Pedro, Beatriz, Maruchy, etc.-, en el Bosque de las Palabras, en Quinteiro da Cruz, en Ribadumia. Debemos celebrar la dicha del vínculo eterno, también hemos de hacerlo con Luis G. Tosar, con Ramón Villares, con Darío Villanueva, o con Bieito Rubido, o con Alfredo Conde, o con tantos otros buenos amigos y amigas. Pero ha de ser principal el objetivo de ejercer tu encomienda, esa dote de palabras de Galicia, por y para ella, homenaje a los hombres, al sentimiento, a la emigración, a la literatura, al paisaje, al saber gallegos. Ese testimonio impagable de una estirpe única, la de los emigrantes, al de los agricultores, la de los poetas, la de los figueroistas. Hemos de conseguirlo antes de que las memorias olviden lo que fuimos, lo que somos, lo que como tribu, como pueblo, como cultura, estamos obligados a recordar a las nuevas generaciones, como civilización de sentimientos universales pero conscientes de profundas raíces atlánticas, esas que unen bajo el océano y sobre la tierra a América y a Iberia.

Dijiste aspirar a “ser voz de varias culturas y distintas influencias, porque todas forman una polifonía que representa y conforma el género humano. Como hija y nieta de gallegos y a la vez brasileña, de origen gallego pero también con una visión latinoamericana, creo que el mismo continente en el que nací es una buena síntesis de la aventura humana y que esa misma tradición y suma de culturas aflora en mi obra.” Lo fuiste, y añadiste tu amor por Portugal, por Europa, por la cultura africana y árabe, por todos los sabes y todos los continentes.

Con la sencillez de los humildes, en tu cosmopolitismo, has llegado a confesar que te conmovías al ver “las vacas, el verde, el paisaje, los ruidos discretos, el viento, el aire del norte”, “(...) es un recuerdo permanente en mi vida. El sentir de la soledad. Las comidas y la gente, como me gritaban, me abrazaban cuando llegué a Galicia por primera vez. Tengo recuerdos extraordinarios de esa tierra. Para mí, todo me remite la cultura gallega: cualquier detalle pequeño, una patata, por ejemplo, o un cerdo rojizo de trescientos kilos me emocionan profundamente. Como si yo fuera Deméter, la madre griega de la tierra, y que mediante sus poderes de diosa pudiera llegar yo al corazón de Galicia.”  Has llegado y te has quedado en las almas de cuantos te quisimos y admiramos.

 

Recuerdos a tu abuelo Daniel, a tus padres y tu amigo Pucho, mi padre, también a Carmen Balcells y a Luis. Llegará un día en que Galicia te hará justicia, con algo más que honores, como su hija pródiga, nacida en la emigración, más universal, para alcanzar la obra más sublime.

Con todo mi afecto y cariño. Gracias por haber venido a despedirte de Galicia y de mí.

 

Un beso al cielo.

 

Alberto Barciela

Periodista

Nélida PIñón, un año después de despedirse de Galicia
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