Amar Galicia es conocerla, entenderla, respetarla. Es una gran Madre, hermosa, generosa, nutricia, un hábitat espléndido en formas, en colores, en matices. Es una geografía humana –“fontaniana”-, emocional, de gentes humildes, normales pero siempre sabias y con un corazón lleno de apego a la tierra y al mar, admiradas de la generosidad de sus cielos anubados, blancos o azules, como su bandera. El verdadero paisaje, sí, se dibuja en los rostros de los ancianos, de las mariscadoras, de los pescadores, de los agricultores y ganaderos, esforzados y rubicundos, en sus remarcadas manos. Son anfitriones generosos, los que mejor saben o supieron coger un paraguas, pero también una maleta, baúles mundo llenos de dignidad y morriña, de preguntas y, por supuesto, de esperanza en un mañana mejor, que a veces no llegó o simplemente se quedó en ultramar o tras la Canda y el Padornelo para siempre. Ahora todo es al revés.
No es extraña la desconfianza en quienes no nos entienden, en os “imbéciles e escuros”, con perdón o sin él, de los que habla el himno de Pondal, ese que al ritmo de los vientos cantamos al ritmo del cimbreo los pinos. Ahora ya no lloramos, ya lo hizo Rosalía por todos, según Vicente Risco. Los muiños y las lareiras, su saber, abrca tres universidades y siete campus; la salud no depende de curanderos ni de los ahorros con los que se mandaron a muchos primogénitos a América, sino de grandes especialistas que trabajan en los más modernos hospitales. Deberemos hablar de la Genética y del eminente Ángel Cariacedo, o citar a Senén Barro y su cátedra de IA en Medicina Personalizada de Precisión, una colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y el Centro Singular de Investigación en Tecnoloxías Intelixentes (CiTIUS), impulsada por Plexus Tech, una empresa gallega de vanguardia en el mundo tecnológico, o del Centro de Proctología; y todo en línea de la digitalización en punta del CESGA y la supercomputación, referente en España y en Europa; o de la vanguardia en robotización de Stellantis -la antigua Citroën-, pese a las trabas a su suministro eléctrico, puestas por el Gobierno de Madrid y parece que ya camino de solución. Todo en la tierra cuyos vientos y aguas y sol producen energías suficientes y limpias, y que se implica en los proyectos sostenibles porque es el territorio que más y mejor entiende lo verde, porque ha vivido y vive de ello. La tierra de los mil ríos y un millón de vacas, de la lluvia con más de cien nombres.
De la industria del lino y las lanzaderas aprendimos a vestir al mundo con las mejores galas, arrugamos los humos de los mejores modistos e hicimos belleza empresarial - ZARA, INDITEX, CH, Bimba y Lola, Purificación García, Roberto Verino, Adolfo Domínguez y, permítanme el homenaje, Regojo en Redondela con sus camisas Dalí-; y es así porque los gallegos, con arrojo y decisión, con pundonor, antes descubrimos y pescamos en los más arriesgados mares, conservamos sus frutos como nadie, y lo hicimos con la misma exigencia de calidad con la que elevamos nuestros vinos desde la turbiedad a D.O -Rías Baixas, Valdeorras, Ribeiro, Ribeira Sacra y Monterrey- que, como nuestras carnes, pescados y mariscos, alcanzan con sus productos las más exclusivas mesas de los mejores restaurantes y hoteles, muchos gestionados ya por una pléyade de jóvenes gallegos formados en la Escuela Superior de Hostelería o en los Centros de FP más avanzados.
En turismo somos el destino más deseado, un referente de cómo gestionar solidariamente entre administraciones gobernadas por distinto signo político, y hemos demostrado que siquiera nos afecta que el Gobierno central intente despreciarnos presentando los Años Santos en Oviedo, quizás no sepan que gallegos y asturianos somos primos hermanos, o que el Hotel Reconquista lo gestiona ese chantadés genial, impulsor del Foro La Toja, Amancio López Seijas, y tan interesado en la España vaciada, para la que tiene el mejor ejemplo de lo que hacer en su pueblo.
El Camino de Santiago, ese invento de don Manuel Fraga, se ha convertido en una de las marcas renombradas más interesantes del orbe, y en la ruta gastronómica más relevante del mundo, al aglutinar en sus recorridos principales a 209 (58 %) de las Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas españolas, y a 98 (43,75 %) de los restaurantes con Estrella Michelin de nuestro país. A nadie extraña que fabriquemos las lanchas más rápidas, las Fragatas F100, incluso para Australia, la mejor cerveza ESTRELLA GALICIA, que tengamos REGANOSA o GADIS -tan buenos sus productos como sus estimulantes anuncios-, o que los alumnos de la Universidad de Vigo lancen satélites, incluso que en Compostela se fabriquen las mejores antenas o autobuses... Es Galicia Calidade. Nos falta, eso sí, entender que la única ciudad picassiana del mundo que no cuenta con un Museo Picasso es La Coruña, pero todo llegará, incluso el reconocimientp de la impresionante labor de la Ciudad de la Cultura.
Esa geografía humana que es Galicia, que se muestra y arraiga en el primer escaparate universal de raíz propia, que es la emigración, y ahora también en las principales vidrieras y en las universidades y en los centros de vanguardia y en el deporte….; esa Tierra, Madre y Señora, de Cabanillas -aquí lo del feminismo lo mamamos con cariño y entendimiento idiosincrásico, desde Concepción Arenal a Emilia Pardo Bazán, pasando por Rosalía de Castro, Sofía Casanova, Maruja Mallo, la Bella Otero o María Casares-; esta Galicia del Siglo XXI sigue siendo la que va en cada uno de nosotros y la que nos lleva, como dijo bien, Bolaño, no es un esperpento de Valle Inclán que algunos creen, tampoco un exabrupto de Camilo José Cela, o una historia de ..... es la que reclama o demandó de manera justificada ayudas para su industria energética en As Pontes, para Alcoa o para instalar Altri, integrada en un gran polo ibérico de producción de biofibras en la provincia de Lugo, o las trenes Avril para llevar el AVE a toda Galicia. No non entenden non, pero xa sabemos quenes.
El domingo votamos en el viejo Finisterre, lo haremos con la inteligencia de un pueblo que se conoce muy bien, que desde 1990 ha sido capaz de resurgir, de ser respetado, de desarrollar las infraestructuras más modernas y de conservarlas, de desarrollar una industria cultural y audiovisual competitiva. Somos hijos de una saga que ha tenido que recordar en esta campaña muchos ultrajes que se creían pasados y que usará de su libertad para desmentir con votos a cuantos desdeñan que somos el mejor país para vivir e invertir. Hay una sabiduría innata en nuestra gente, genética, irónica -hay que huir de la literalidad- y afrontar una realidad exigente, que saca de cada uno lo mejor de sí mismo y una fortaleza especial para aguantar cada cuatro años a los que nos descubren solo para pedirnos el voto. “Nunca mais” deberemos caer en el error de premiar a quienes nos niegan el pan, la sal y el saludo, o nos insultan, como Magdalena Álvarez, o intentan alterarnos con campañas orquestadas en pellets u otras zambombas. Os “imbéciles e escuros” son ellos.
Los gallegos, que también nos sentimos buenos españoles, hemos hecho juntos un camino de palabras, juntos hemos entrelazado experiencias y juntos hemos dibujado una Galicia que nos sale del alma, a través de pinceladas cortas, a veces desdibujadas, pero con un resultado enconjunto armónico, expresivo de una Galicia que palpita coordinada y solidariamente pese a algunos estériles localismos. Y juntos votaremos libremente.
Que lean los resultados más allá del Telón de Grelos. Y si allí llueve, que llueva, ojalá así sea, pues buena falta hace el agua en otras partes de España. Han de saber lo que es bueno, y lo bueno es Galicia. Galicia está en buenas manos, la d ellos gallegos, y no va a cambiar.
Alberto Barciela
Periodista