Los viñedos de Pontevedra están experimentando un avance acelerado en su proceso de maduración debido a las altas temperaturas de las últimas semanas, según ha informado la Estación Fitopatolóxica Areeiro. Sin embargo, esta situación favorable también conlleva ciertos riesgos para la salud de las vides y la calidad de la uva.
A pesar de que las condiciones climáticas actuales no favorecen la aparición de mildiu, una de las enfermedades más comunes en la vid, los técnicos de Areeiro advierten que la inadecuada gestión de la vegetación y las vides en mal estado podrían propiciar el desarrollo de esta enfermedad. Por ello, recomiendan continuar con las labores de poda y deshoje para evitar la acumulación de humedad y la proliferación de patógenos.
En cuanto al oídio, otra enfermedad que afecta a la vid, las altas temperaturas y la baja humedad relativa han limitado su desarrollo. No obstante, se prevé que las próximas lluvias puedan favorecer su aparición, especialmente si las uvas se hinchan y se agrietan.
Además de estas enfermedades, los técnicos de Areeiro han detectado un aumento de las poblaciones de trips en algunas zonas de la provincia, lo que puede provocar daños en las hojas y los frutos. Asimismo, las altas temperaturas y la radiación solar están favoreciendo la aparición de enfermedades de la madera y golpes de sol en las vides.
En el caso de los cultivos de nogal, se ha detectado la presencia de la mosca de la nuez y de un hongo que afecta tanto a los frutos como a las hojas. Para controlar estas plagas y enfermedades, se recomienda eliminar las nueces caídas y las hojas enfermas, así como realizar tratamientos con productos cúpricos o fosfonato potásico.
En resumen, la Estación Fitopatolóxica Areeiro aconseja a los viticultores de Pontevedra estar atentos a la evolución de las condiciones climáticas y a realizar un seguimiento exhaustivo de sus cultivos para detectar a tiempo cualquier signo de enfermedad o plaga. La adopción de medidas preventivas y la aplicación de tratamientos fitosanitarios adecuados son fundamentales para garantizar una buena producción y calidad de la uva.
