24 de septiembre de 2024, 9:35
José Lodeiro (1931 – 1996) es historia viva del arte contemporáneo en Galicia. Desde las ya míticas exposiciones al aire libre de la Plaza de la Princesa en Vigo a finales de los años sesenta, o su participación en las actividades del grupo Atlántica, germen de tantas experiencias fundamentales en el desarrollo de nuestra plástica más arriesgada e innovadora, la figura de Lodeiro no ha cesado de crecer y descubrirnos nuevos territorios, como artífice pionero y puesto avanzado de la mirada contemporánea.
Una trayectoria vital y artística marcada por la rebeldía estética y la conciencia social, dos polos en torno a los cuales toda su obra gravita, manteniéndose fiel a unas constantes expresivas, desarrollando paso a paso un lenguaje propio. Así, la interrelación de espacio y luz, los riesgos cromáticos más extremos, las estrategias geométricas de una pasión expresionista que musicalmente se contiene, un fuego interior que se mantiene en reposo para mejor gozarse, o el silencio metafísico de sus últimas arquitecturas, cada uno de los rasgos específicos aporta su energía al conjunto: configura el retrato de un artista total,
un referente ineludible de nuestra pintura más universal.
El conjunto de obras que presentamos en SVT Espacio de Arte corresponde a una serie de trabajos realizados en plena madurez, unas obras singulares, en las que abandona el que fuera uno de sus procedimientos técnicos más característicos: los pigmentos aglutinados con pedramol y aplicados minuciosamente con espátula. Ahora el color gana ligereza y transparencia, la pincelada va y viene despreocupada y juega con las dinámicas del trazo, liberada del rigor geométrico que imponían sus composiciones ópticas o cinéticas. Una estructura básica de ejes axiales y medias diagonales organiza los campos de color agudizando los ácidos contrastes que siempre han caracterizado a su pintura.
Una trayectoria vital y artística marcada por la rebeldía estética y la conciencia social, dos polos en torno a los cuales toda su obra gravita, manteniéndose fiel a unas constantes expresivas, desarrollando paso a paso un lenguaje propio. Así, la interrelación de espacio y luz, los riesgos cromáticos más extremos, las estrategias geométricas de una pasión expresionista que musicalmente se contiene, un fuego interior que se mantiene en reposo para mejor gozarse, o el silencio metafísico de sus últimas arquitecturas, cada uno de los rasgos específicos aporta su energía al conjunto: configura el retrato de un artista total,
un referente ineludible de nuestra pintura más universal.
El conjunto de obras que presentamos en SVT Espacio de Arte corresponde a una serie de trabajos realizados en plena madurez, unas obras singulares, en las que abandona el que fuera uno de sus procedimientos técnicos más característicos: los pigmentos aglutinados con pedramol y aplicados minuciosamente con espátula. Ahora el color gana ligereza y transparencia, la pincelada va y viene despreocupada y juega con las dinámicas del trazo, liberada del rigor geométrico que imponían sus composiciones ópticas o cinéticas. Una estructura básica de ejes axiales y medias diagonales organiza los campos de color agudizando los ácidos contrastes que siempre han caracterizado a su pintura.
