La catedral de Tui acogió esta mañana la celebración de la Misa Crismal presidida por el obispo de Tui-Vigo, Mons. Luis Quinteiro Fiuza, y concelebrada por un gran número de presbíteros que, durante la eucaristía, renovaron sus promesas sacerdotales. El prelado tudense expresó que «nadie puede confundir la mesa del altar con un mostrador de negocio, porque la eucaristía el gran don de Jesucristo, el gran sacramento que todo lo renueva». En este sentido, Mons. Luis Quinteiro pidió «vivir en una diócesis abierta a la renovación, en la que nos ayudemos unos a otros, descubriendo que necesitamos de los demás para enriquecernos».
Tal y como expresó el obispo durante la ceremonia, «no se puede celebrar la eucaristía sin vivir profundamente la caridad, que exige de nuestra renovación. Ahí está la dinámica de la historia. Nosotros no somos repetidores, sino transmisores de una verdad, de un misterio que se renueva en cada tiempo». Mons. Luis Quinteiro también recordó a los sacerdotes que «todos estamos convocados a la mesa de la eucaristía, como los apóstoles en la última cena» y, sabiendo que la eucaristía es don gratuito, «tenemos la misión de repartir esos dones a todos. Por eso, no tengamos miedo. Dios está con nosotros; la fe no se acaba porque es forma parte del hombre».
Durante esta eucaristía, el obispo consagró el crisma —por eso, “misa crismal”— y bendijo los óleos o aceites que se usarán en las parroquias para administrar la confirmación, ungir a los catecúmenos o administrar la santa unción a los enfermos.
El Crisma es utilizado para signar a los bautizados y aquellos que reciben el sacramento de la confirmación, ungir en las manos a los que serán ordenados presbíteros, y en la cabeza a los que serán consagrados obispos, así como para la dedicación de una iglesia o de un altar.
Esta celebración es considerada como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo y es también signo de la estrecha unión de los sacerdotes con él.