Es alarmante el incremento de microplásticos, cada vez es mayor la producción de botellas, vasos, envases de uso alimentario, que contribuyen en gran medida a la contaminación visible de los ríos, lagos y del mar, lo que supone una amenaza para el medio ambiente y para la salud humana. Los microplásticos han invadido nuestro cuerpo, de la cadena alimentaria de los animales han traspasado la barrera intestinal humana. Estamos ante un problema global que es preciso afrontar, tanto desde la vertiente ambiental (impacto ambiental) como de la salud humana (evaluación del riesgo toxicológico). Los microplásticos son partículas < 5 mm, compuestas de polímeros y aditivos potencialmente tóxicos, que, si no se gestionan adecuadamente, acaban contaminando el medio ambiente, y muy especialmente el mar. Hay suficiente evidencia científica de una alta presencia de microplásticos en la cadena alimentaria, así como en el agua dulce y en el agua potable; el principal problema es su capacidad para actuar como bombas químicas, liberando sus monómeros constituyentes a concentraciones muy elevadas, lo que supone un riesgo para la salud humana
En Cataluña llevan años luchando contra la llegada de pellets a sus playas, especialmente en la costa tarraconense, debido a que, en zonas industrializadas, hay empresas que vierten sus plásticos en la costa, de ahí la necesidad de regular este problema, y endurecer las sanciones. Recientemente, varios contenedores de pellets fueron vertidos en el atlántico por el buque Toconao frente a la costa portuguesa (¿cómo es posible que se envíe un barco cargado de Tm de microplásticos a hacer un trayecto de miles de km para acabar intoxicando el planeta? no podemos seguir así, urge cambiar el sistema productivo), viéndose afectadas numerosas playas de la costa gallega y del Cantábrico, siendo necesario conocer su impacto ambiental y analizar su toxicidad.
Los pellets se utilizan como materia prima en la fabricación de componentes de plástico, encontrados en las playas de todo el mundo contienen sustancias químicas tóxicas, debido a los aditivos que llevan para protegerlos de la degradación; pueden ser consumidos por animales marinos que los confunden con un alimento, pudiendo causarles la muerte o pueden sufrir la erosión física y química, y son capaces de degradarse, transformándose en partículas más pequeñas, que se pueden incorporar a la cadena alimentaria. Una vez que estas partículas estén por debajo de 1 micra se convertirán en nanoplásticos, un potencial factor de riesgo para la salud humana, debido a su toxicidad, de ahí la necesidad de intensificar las investigaciones sobre sus efectos en exposiciones prolongadas (crónicas), su translocación a otros órganos del cuerpo humano y los efectos potenciales en otros tipos celulares, si tenemos en cuenta las facilidades con las que las nanopartículas de NPS (nanopartículas de poliestireno) son internalizadas por las células.
Francisco Peña
Científico, académico, especialista en toxixología, experto en salud ambiental y salud pública