Cuando llega la primavera, esta trae consigo el aroma de las flores, los colores atrevidos y sobre todo una sensación de calidez propia de la estación. Aparecen las mariposas, y los pájaros en las ramas de los árboles cantan una alabanza a la reproducción. En las aceras, la nieve se derrite, el sol destella en las vidrieras y los días se han prolongado. Los sueños despiertan más temprano y el chocolate caliente es reemplazado por un frio y colorido granizado.
Cuando llega la primavera el amor ocupa su espacio, desempolva su mejor vestido y sale a mostrarlo. Despierta Cupido que estaba hibernando y sin misericordia, dispara sus potentes flechas, por doquier. El invierno se ha retirado y los actualmente verdes campos cubiertos de pasto, invitan visualmente al descanso, mostrando la acogedora sombra de un frondoso árbol.
Todo esto antes señalado, se puede percibir claramente en el diario vivir, pero ¿de donde viene el nombre, de esta tan siempre anhelada estación?
Procede de los vocablos prime y vera, que significa “el buen tiempo”. En la época de primavera aumenta la luminosidad y también la temperatura; se producen cambios en la presión atmosférica, floración y polinización, los cuales se traducen en desajustes en algunos neurotransmisores y hormonas.
Entonces, no son solamente atributos lo que aporta esta linda señorita, sino también trae consigo, escondido bajo la manga, un añadido: el de poder perturbar la armonía de nuestros vulnerables organismos.