jueves. 21.11.2024

Déjate de cuentos

Hoy toca escribir de cuentos pues la tendencia humana tanto en la esfera pública como privada nos lleva a contarnos cuentos. Cuentos muy simples como el de caperucita roja escrito por un tal Charles Parrault en el siglo XVII. 

Hoy toca escribir de cuentos pues la tendencia humana tanto en la esfera pública como privada nos lleva a contarnos cuentos. Cuentos muy simples como el de caperucita roja escrito por un tal Charles Parrault en el siglo XVII. Parece que hay un poema belga anterior y diferentes versiones según el país: en Irán es un caperucito, en África el villano es un zorro o una hiena, en Asia es un felino y en Ferraz es un ultraderechista.

En política me pregunto ¿por qué funcionan los cuentos? Siempre a modo ferry, el mismo trayecto y el mismo lobo. En la Alemania nazi el lobo eran los judíos. Replicamos a caperucita roja cambiando de lobo.

El lobo es el mal en estado puro, sin matices, es tan malo que la única solución es acabar con él. El proceso de demonización es irracional ya que parce evidente todos tenemos sombras y luces y cuando el demonio es un grupo habría que distinguir entre personas y entre actuaciones.

El cuentacuentos con lobo algo hace mal y sus errores los esconde con acusaciones infundadas, lobilizar al enemigo, el enemigo es el culpable, el enemigo es el mal en estado puro y sin matices. Los lobos son siempre los otros y con frecuencia tapadera de los aullidos del cuentacuentos.

La historia nos demuestra que los contadores de cuentos son más lobos que los lobos de su cuento, son más lobos los acusadores. Esa creación artificiosa de lobos los delata y sus hechos hablan por sí mismos: falta de libertad, violencia, imposición, ausencia de valores. El cuenta cuentos aparece como un personaje más del cuento sustituyendo el lobo inventado.

Sin darme cuenta estoy haciendo un relato en donde los lobos son otros por tanto incurriendo en palmaria contradicción; en mi defensa diré que intento hablar de hechos, lo que ha pasado en la historia con regímenes no democráticos. No hay dictador sin relato ya que al cambiar el foco de atención esconde sus actuaciones fallidas.

Pero también nos contamos cuentos en nuestras vidas privadas, buscamos culpables y relatos para no reconocer errores. Y vamos creando lobos y relatos para justificarnos, nadie puede impedirte obrar bien. Nadie puede hacerte sentir mal sin tu consentimiento.

Si necesitas culpables y lobos que te impidan desarrollarte es que a lo mejor algo de lobo tienes; por tanto, mi consejo es que abandones el cuento de caperucita roja y dejes de buscar lobos. El cuento es útil para saber que existe el bien y el mal, ése es el mensaje, pero no es útil para ir por la vida buscando lobos, ya sabes: no juzgues y no serás juzgado.

Que sí mi padre, que sí mi jefe, que sí el compañero de trabajo, cada “que sí” es un lobo que lo haces responsable de tus males para no tener que cambiar y mejorar. Así que dejémonos de cuentos y sintámonos libres y responsables.

 Ayudar más que juzgar, y si alguien trata de lobilizarte llévalo con humor y como un cuento que no va contigo. Si la crítica es constructiva intenta sacar provecho.

Acabo con Chesterton: “los cuentos de hadas superan la realidad, no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos”. El mal existe lo saben mis zapatos- como dice la canción-, se trata de luchar y vencer tu mal más que ir a la caza de dragones.

Déjate de cuentos
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