domingo. 24.11.2024

Arco en un mar de aguas turbulentas

El mar, la mar de los marineros y la de los poetas, es el ocio de los bañistas, la despensa de los humildes y de los exquisitos, la pecera natural, el soporte del Arca de Noé. Es la lectura inacabada, como los vientos, de todas las definiciones, de todo lo narrado, de la propia vida antes de conocerse como racional, y ambiciosa, y codiciosa, y comercial, y pirata, y guerrera y sobrenadada de sus propias náuseas y de sus hallazgos felices.

Uno ha de preguntarse qué es el mar. ¿El espectáculo? ¿La inmensidad? ¿El horizonte? ¿El color? ¿La posibilidad? ¿El trabajo? ¿El almuerzo? ¿La huida? ¿La vida? ¿La tumba? ¿El estruendo? ¿La calma? ¿La historia? ¿El agua? ¿La sal? ¿El color? ¿La llegada? ¿El infinito? ¿El soporte? ¿El engaño? ¿El miedo? ¿Lo desconocido? ¿El nexo? ¿La cultura? ¿La distancia? ¿El germen? ¿El fin? ¿Lo femenino? ¿Un escultor? ¿Las peguntas? ¿Las repuestas? ¿Lo desconocido? ¿Lo llano? ¿Lo pacífico? ¿El ocio? ¿Un dios? ¿Lo húmedo? ¿Lo profundo? ¿La energía? ¿Lo indefinible? ¿El escenario? ¿Un jardín? ¿La inspiración? ¿La frontera? ¿La memoria? ¿Una metáfora? ¿El ritmo? ¿El paisaje? ¿Lo cambiante? ¿El misterio? ¿El destino? ¿Un estercolero? ¿Un tema? ¿Confín?¿Provocación? ¿Aventura? ¿Madre? ¿Verdugo? ¿Marco? ¿Arte? ¿Todo lo opuesto?

El mar, la mar de los marineros y la de los poetas, es el ocio de los bañistas, la despensa de los humildes y de los exquisitos, la pecera natural, el soporte del Arca de Noé. Es la lectura inacabada, como los vientos, de todas las definiciones, de todo lo narrado, de la propia vida antes de conocerse como racional, y ambiciosa, y codiciosa, y comercial, y pirata, y guerrera y sobrenadada de sus propias náuseas y de sus hallazgos felices.

Por tiempos, la sangre tiñó las aguas, sustituyendo al placer de la generosidad. El goce de las conquistas fue el botín limitado, el dolor se extiende entre los derrotados, como un maremoto o un sunami. Los océanos por los que circularon comerciantes, descubridores, culturas y lenguas, mercadurías no siempre evaluables, sintieron absortos las heridas finales de todos los principios felices, clausurados por los virus transportados en ignorancia, la ambición, la negación de los otros, con sus religiones y sus vituallas. La buena intención fue sustituida por los anhelos de conquista, de mano de obra, de esclavos, de riquezas, de piratas o corsarios, d enuevos creyentes para Roma. El mar construyó civilizaciones, inventó filosofías jactanciosas, impuso dioses emergentes y clausuró credulidades. Todo se los tragó en la misma orilla, con inusitada voracidad, como caníbales.

El ser racional ha buscado desde siempre un horizonte indefinido más allá de lo visible, de lo abarcable, de lo comprensible. Para ello se ayudó, primero, de la imaginación, luego de su racionalización e interpretación, antes de acudir a la magia, y más tarde a sus artificios. Es  casi seguro que el humano contempló desde las playas el cielo maravilloso e inalcanzable, lo observó absorto en el reflejo en las aguas, admiró a las dos lunas -la real y la refractada-, y con audacia se sumergió en sus propios principios, en su naturales inspiraciones. Lo hizo todo antes de navegar por la poesía, el síntoma transitorio más esperanzado, o por el diseño, la pintura o la escultura o la misma provocación. Consciente o no del alcance limitado del territorio de complacencias, admite compartirlo pero resguarda lo más bello para sí: el placer de contemplar y extasiarse en gozo, de logar la victoria en la posesión final.

ARCO, la relevante feria de arte contemporáneo, ha dedicado su edición 2023 al Mediterráneo. Ha respondido en sus islas stands a algunos interrogantes, incluso surrealistas. El precio de cada obra ha navegado por los titulares digitales, incluso alguno en papel, cual surfistas avezados, sobre olas de vanguardia y sinimportancias. Al final, subyace lo estético, se impone lo práctico, lo expuesto a la envidia ajena, superando en vanidad la del artista que debería perseguir sobrevivir con su aporte de originalidad y denuncia, de compromiso, entre respuestas y no patrañas de mercado.

Para complacerme, para homenajear al mar de actualidad prorrogada, a mi me complacería un pabellón con una foto, solo una, del niño Aylan Kurdi en la orilla o la de un cayuco, un recuerdo a cuantos huyen de conflictos, de la violencia y las persecuciones; o la de un barco arrastrero amarrado en puerto por la inepcia política o los oscuros intereses de los lobbies verdes de Bruselas; una sola instantánea de los terremotos de Turquía o de Siria; o de la Guerra de Ucrania, de sus ciudades destruidas y sus puertos con barcos vacíos de cereal con el que alimentar al mundo. Tendría que escoger y no sabría.

La respuesta a mi primera pregunta no debería ser un mar de indiferencia, de desimplicación, de distracciones. Solo pido un rayo de luz yodada para iluminar un mundo que se expone a su autodestrucción. El arte nos consuela, pero no nos salva de nosotros mismos, ahogados en ego y autocomplacencia, con el único salvavidas del presupuesto público, sin escrutinio ni subasta. El precio lo pagaremos entre todos.

 

Alberto Barciela

Periodista

Arco en un mar de aguas turbulentas
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