Los cachorros, Vargas Llosa

Con este título y ese libro (1967) del recién fallecido Nobel descubrí que se puede hacer literatura mezclando personas, voces y temas de forma no usada hasta entonces con resultado igualmente conmovedor.

Con este título y ese libro (1967) del recién fallecido Nobel descubrí que se puede hacer literatura mezclando personas, voces y temas de forma no usada hasta entonces con resultado igualmente conmovedor.

El ilustre hispano-peruano hace de un arranque escabroso un texto memorable: un perro castra a un adolescente limeño y Vargas Llosa resigue su vida y la de los miembros de su pandilla.  Con habla local y psicología universal, el escritor hace un retrato credible de ese colectivo.

La ciudad y los perros le dio proyección internacional a su autor (Premio Biblioteca Breve 1962): de nuevo introduce el mundo juvenil en un colegio militarizado de Lima: inestabilidad emocional en adolescentes, la crueldad de algunos y la penalidad de los que padecieron bulling. Un fondo turbio y una mezcla de voces narrativas: estilo directo entreverado con un narrador omnisciente generan un texto adictivo. Lea el fragmento siguiente sobre un juego escolar de tirar de la soga:

  “…No te escapes culebra (la soga), quédate quietecita, grrr,  no me metas los dientes, Malpapeada (una perra). Los pies, eso es lo peor, resbalan como patines en la hierbita, creo que se me va a romper algo, se me salen las venas del cogote, pero quién es el traidor que anda aflojando, cuatro, tres, uifa, qué le pasa a la barra, maldita sea Jaguar, nos empataron. ‘Van tablas a uno, dijo el teniente, “no hagan tantos aspavientitos, que parecen mujeres”. Y entonces empezaron a insultarnos para bajarnos la moral. “Apenas termine el juego, mueren”, “cierren las jetas, o nos mechamos ahora mismo”. “Malditos desconsiderados”, decía el teniente, “ya ven que las lisuras se oyen en las tribunas, me las van a…”. Como si lloviera, tu madre por aquí, chajuí, la…”

Una sanfaina de voces: en primera persona, con voz de protagonista y narrador omnisciente, más clamor colectivo de fondo y ladrido de perros: un gozo silencioso para el lector en su lectura en voz baja, sonorísimo en su cerebro, cómo explicarlo.

Y unos personajes de América hispana y Vargas Llosa hace universales: Pichulita Cuéllar, el limeño al que le come la pirula un perro, y su vida zigzagueante. El Jaguar, líder juvenil a su pesar, Urania Cabral, Rafael Trujillo y los conspiradores en La fiesta del Chivo (2000) ennoblecen la función de la Literatura: permiten que palabras hagan actuales acciones, pensamientos, sentimientos, sensaciones y paisajes que no son verbales y las hagan vivas hasta las lágrimas.

En 2024 se publicaron en España 90.000 libros de todos los géneros, bastantes fueron primera edición de novelas, las más de las cuales pasarán al olvido. ¿Qué hace que las de Vargas Llosa sean reeditadas y memorables? Buenas palabras para un tema hondo. Ingeniosa composición, sintaxis fluida, gana de saber cómo sigue. Entre las que permanecen están las del peruano Vargas con su careto de indio quechua. Y que fue amante de la Preysler.