La primavera en Galicia
No solo el mar abierto, las rías y las playas son el atractivo de Galicia, lo que todos los turistas quieren conocer. También el interior es hermoso. Las autopistas que corren tierra adentro muestran a derecha e izquierda la extraordinaria belleza del paisaje, cambiante en cada época del año. Cambian las hojas de los árboles, las flores, las enredaderas. En primavera los árboles parecen más verdes: además de las hojas de un color más claro, su tronco está cubierto de enredaderas que dan vueltas a su alrededor hasta cubrirlo del todo, como si nada en la naturaleza pudiera ser marrón y todo tuviera que ser verde.
Al salir de la autopista y meterse por carreteras secundarias, se puede contemplar un paisaje también verde, pero distinto del anterior y quizá más hermoso: el verde es más claro, las hojas de los árboles son más pequeñas y sus formas, más variadas. Los cerezos, ciruelos y almendros estallan en flor. El campo celebra esta época del año enseñando su gama de colores: blanco, amarillo, rosa pálido, fucsia… Todo es más etéreo, más cristalino, más brillante.
Cuando el sol va cayendo hacia el oeste y se acerca el atardecer, los rayos oblicuos de luz penetran entre las ramas de los árboles y juegan con las flores moviéndose entre ellas en perfecto desorden. El mundo se vuelve verde, blanco, amarillo, rosa. Y si hay nubes en el cielo, el atardecer se vuelve rojo. Juegan las luces con las sombras. Cada tramo del camino es distinto del anterior; nada se repite, todo es nuevo en este paisaje de árboles floridos y de nubes de colores variados. Parece un desfile de belleza cuidadosamente preparado desde la creación del mundo, y cuidadosamente cambiante según las lluvias, el viento, las nubes, el sol, el momento del día. Y según la mirada de quien sabe apreciarlo.