La razonabilidad de las cosas
A veces antes de construir hay que deconstruir, deshacer antes de poder crear algo sólido. Lo sólido sería sinónimo de lo razonable y lo razonables es patrimonio de todos, desde un campesino sin cultura al mayor de los filósofos.
Para todo ello, caminar al son de Machado y Chesterton puede ser útil, dos ideas pueden ayudarnos en esto de abrazar el sentido común. Ambos gozan de esa cualidad de saber anticiparse a sus tiempos.
Empezando por el británico, decía literalmente: “para entrar en la iglesia hay que quitarse el sombrero, no la cabeza”; en trece palabras no se puede entregar más contenido, tenía claro que fe y razón debe de ir de la mano. Y con estas músicas yo compruebo un cierto hermanamiento entre gente de fe y gente que sin tener fe, tiene sentido común: valora la familia, la libertad y cultivan el pensamiento - gente crítica a la que no es fácil engañar-.
Fe y razón y más en concreto cristianismo y catolicismo era lo más compatible con la razón en su búsqueda personal, pero ya te estoy oyendo… “Me vas a sacar las cruzadas, la quema de libros”… Y te diré que es cierto, pero la no razonabilidad no es exclusiva de la iglesia, la sociedad era así. A lo largo de la historia lo no razonabilidad no es patrimonio exclusivo de la iglesia. Analizar períodos históricos sin tener en cuenta las circunstancias históricas nos lleva errores.
Voy con Don Antonio, que tenía muchas cautelas con la idea de progreso e innovación: se anticipó al progreso que siempre acaba en lo peor, al progreso sin ideas y con ideas delirantes que no pasan el filtro de la racionalidad.
Un ejemplo de todo esto que parlamos sería el actual debate libertad de expresión/ ofensa a las creencias religiosas. Se legisla como si las ideas se hubieran vuelto locas y como si la racionalidad fuera un objetivo a alcanzar en sentido inverso. No hay nada más racional que respetar y proteger las convicciones religiosas de los demás, ¿quién gana con hacer daño de una forma tan gratuita? Lo que daña la libertad de expresión no es ponerle límites razonables, sino la falta de libertad de prensa y de información. La razón se ha vuelto loca ya que en este asunto no limita cuando es razonable limitar y sí limita cuando es irrazonable limitar.
A mayor abundamiento parece todavía más irrazonable limitar el pensamiento, se han creado ciertos “temas tabús” que pueden crearte problemas y ponen en entredicho la libertad de pensamiento, mejor dicho, la libertad de expresar tu pensamiento.
Se aborrece la idea del discrepante al “mamoneo ideológico” que a su vez produce votos y pingües beneficios. Y al son del mamoneo surgen infinidad de chiringuitos y prebendas en forma de subvenciones y actividades que no aportan nada valioso para la sociedad y sí para los militantes.
Es triste mezclar humor y ofensa religiosa, en una televisión que debería respetar a todos. Es irracional tanto partidismo y con el respaldo de la casta que debería respaldar a todos- ya que todos ejercemos de “paganini”-. El más noble destino de la televisión pública en España es desaparecer junto con todas las instituciones que no funcionan y que sean fácilmente manipulables. Hemos acostumbrado a nuestros políticos a barra libre y sus actuaciones no suelen tener consecuencias.
Lo patológico e irracional se normaliza y lo racional y valioso se persigue, pero todo este desmán está basado en una creencia: el pueblo tiene el cerebro plano y traga con lo más inverosímil, irracional e inmoral de nuestros planteamientos.
Que poco conocen los mandatarios a don Antonio, que decía: “Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que no hacerlas”.