Acercar ciencia y política para mejorar la sociedad
“Construir un mundo en paz, un planeta saludable y sostenible y una sociedad más fraterna y más humana, donde todos los seres humanos tengan acceso a una vida digna”.
Comparto con Ortega y Gasset, que democracia y conocimiento han hecho posible el progreso de la civilización humana. Se necesita de la política para lograr y mantener la democracia, y la ciencia resulta imprescindible para alcanzar el conocimiento. Dicho esto, lo razonable es que políticos y científicos establezcan sinergias, mediante la unidad de acción para avanzar hacia un mundo mejor. La humanidad está ante una encrucijada muy difícil de resolver y sin liderazgo para afrontar los principales problemas que tiene en la actualidad (conflictos bélicos, riesgo de nuevas pandemias, pobreza extrema, hambre, desigualdades sociales, etc.) y las amenazas ambientales para nuestra supervivencia (cambio climático acelerado, la desertificación y la sequía, la sobreexplotación de recursos, la deforestación de los bosques, la contaminación por plásticos y otros residuos, las especies invasoras que constituyen una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el planeta, y que suponen un riesgo para la salud y la economía), y si a ello se le añade que la política va por un lado y la ciencia por otro, la cosa se complica. Los gobernantes, en la toma de decisiones, deberían apoyarse más en la ciencia, y nos iría mucho mejor.
Ante esta situación, la comunidad científica y académica, desde la independencia y el rigor, tiene que alzar la voz: ciencia y conciencia. El conocimiento científico se tiene que poner al servicio de la política y de los legisladores en aquellos temas trascendentales que son prioritarios y beneficiosos para que la sociedad avance por el camino correcto. Está en juego la salud planetaria, de ahí la imperiosa necesidad de la puesta en marcha de medidas urgentes de mitigación y adaptación al cambio climático, descarbonizar e impulsar el uso de las energías renovables y la movilidad sostenible, proteger la biodiversidad si queremos disminuir el riesgo de nuevas pandemias, impulsar la economía circular, apostar por el emprendimiento verde y fomentar I+D+i, si queremos garantizar el futuro del medio ambiente.
Tenemos que ser capaces de construir un tiempo nuevo, donde las palabras dictadura, guerra, destrucción, violencia, corrupción, den paso a la libertad, a la paz, a la concordia, a la solidaridad, a la equidad, a la justicia social, al respeto a la diversidad, ese día ganaremos el futuro. Hay razones para lograrlo, fundamentadas en los valores éticos y sociales de los seres humanos, si bien la fe y la esperanza necesitan de la acción y de las obras, a través de la suma de esfuerzos de gobernantes, administraciones públicas, comunidad científica y educativa, y el mundo empresarial. En calidad de ciudadanos libres y responsables, tenemos el deber y el compromiso de participar activamente en la construcción de esa nueva sociedad del futuro, en la que todos estemos en las mismas condiciones de igualdad ante la salud, la educación, la vivienda, y podamos disfrutar de un medio ambiente sano y una vida digna. Solo así será posible que la salud ambiental del planeta y la igual dignidad de todos los seres humanos deje de ser una esperanza utópica y se convierta algún día no muy lejano en una realidad tangible, uno de los grandes retos de la humanidad para el siglo XXI.