Urgentes medidas de emergencia

Tragedias como la DANA han alerta a todos los responsables de emergencias sobre la necesidad de revisar las capacidades de sus servicios: prevención, alerta, material, tiempos operativos, etc., y la consideración de las capacidades presupuestarias destinadas a fines esenciales para la seguridad de los ciudadanos. 

Tragedias como la DANA han alerta a todos los responsables de emergencias sobre la necesidad de revisar las capacidades de sus servicios: prevención, alerta, material, tiempos operativos, etc., y la consideración de las capacidades presupuestarias destinadas a fines esenciales para la seguridad de los ciudadanos. Hay que prevenir antes que lamentar, y sin duda todo ser humano con sentido común entenderá la reconducción de recursos hacia acciones que redunden en el bienestar de la comunidad.

 

La reflexión la provocan una serie de incidentes: incendios, accidentes, etc., ocurridos en zonas densamente pobladas y que, aún próximas a grandes capitales dotadas de servicios de emergencias, no pueden disfrutar de los mismos, por las estrictas normas que los regulan, que con certeza semejan adecuadas pero que obligan también a adoptar medidas alternativas y urgentes. Con fuego no se juega.

 

El ejemplo nace en esta ocasión en Ames, ayuntamiento colindante con Santiago de Compostela. El concello del Val da Mahía es atendido por los bomberos de Boiro -a más de 40 kilómetros-  y, si se necesita escalera de emergencias, por los de Ribeira -a más de 60 kilómetros-, cuando en la capital de Galicia existe un retén que no puede actuar en prevención de si ocurre algo en la ciudad -advierto que en el Barbanza existe el mismo riesgo-.

 

El remedio es conocido: la creación de un parque comarcal de bomberos. La medida beneficiaría a todo el entorno de Santiago, una de las zonas de mayor crecimiento y desarrollo de Galicia que, estas Navidades, ha sufrido dos advertencias severas, tras sendos incendios en edificios de Bertamiráns y Milladoiro.

 

Lo mismo ocurre con las ambulancias -esta sí se comparte, pero solo existe una medicalizada para Terras de Santiago-. Es de suponer que otros servicios esenciales padezcan las mismas carencias.

 

El problema se reitera a lo largo de Galicia, cada uno con sus peculiaridades. Según la información que aparece en la página web oficial, la Red de transporte sanitario urgente de Galicia-061 (RTSU) está formada por:

 

2 helicópteros de soporte vital avanzado: situados en Santiago de Compostela y Ourense.

 

12 ambulancias asistenciales de soporte vital avanzado medicalizadas (SVA): localizadas en Ferrol, Santiago de Compostela, Lugo, Foz, Ourense, Pontevedra, Vigo, Mos, Monforte de Lemos, 2 en la ciudad de A Coruña y en la comarca del Salnés.

 

5 ambulancias asistenciales de soporte vital avanzado de enfermería: situadas en La Coruña, Santiago de Compostela, Pontevedra, Vigo y Lalín.

 

107 ambulancias asistenciales de soporte vital básico (SVB): dotadas de dos técnicos en emergencias sanitarias, capacitados para realizar maniobras de soporte vital básico. Todos los vehículos disponen de desfibriladores semiautomáticos. Se distribuyen en: 32 bases en la provincia de A Coruña (con 38 vehículos), 16 bases en la provincia de Lugo (con 20 vehículos),15 bases en la provincia de Ourense (con 17 vehículos) y 24 bases en la provincia de Pontevedra (con 32 vehículos).

 

3 ambulancias convencionales: situadas en Pedrafita do Cebreiro, Folgoso do Courel y A Veiga.

 

Todo los medios disponibles parece insuficiente si se estiman las medias poblacionales, las distancias o la orografía.

 

No es un tema fácil de resolver, ni barato tampoco, influyen los sistemas de formación y cualificación del personal, los descansos de los profesionales, los presupuestos, las legítimas reclamaciones sindicales y las disputas políticas.

 

Hay cosas que no pueden esperar, que reclaman sentido común y consenso, quizás el mismo que permitió crear en Galicia un caro pero ejemplar sistema de lucha contra los incendios forestales. La DANA fue una lección que no debemos olvidar.

 

Alberto Barciela

Periodista