Foro La Toja, una travesía de libertad y respeto

Desde el lugar más pequeño del mundo puede observarse todo el universo. Eso mantienen los poetas alemanes, esa misma estela la prosiguieron los bardos gallegos, los que sabían la lengua de los teutones y traducían el mundo al saber de la aldea, de lo próximo, de lo abarcable. 

Desde el lugar más pequeño del mundo puede observarse todo el universo. Eso mantienen los poetas alemanes, esa misma estela la prosiguieron los bardos gallegos, los que sabían la lengua de los teutones y traducían el mundo al saber de la aldea, de lo próximo, de lo abarcable. Eso sabemos los que tenemos el privilegio de participar del Foro La Toja, incluso podemos atestiguar que en los legendarios pasillos del Gran Hotel es donde mejor navegan los secretos de Estado, las confidencias de los grandes economistas, los runrunes amortizados por el contraste de las verdades palmarias. No cualquier lugar puede ser considerado el centro del mundo, y la pequeña Isla lo es durante los días del encuentro atlántico.

 

Cruzado el puente como de encaje, superados los estrictos controles de seguridad, la tierra parece abrazarse al mar de las oportunidades. En el horizonte próximo se deja O Grove, con su vigilante armada de bateas, se traspasa el bosque de pinos, y se alcanza ese trasatlántico blanco con toques amarillos, atoldados, anclado en la misma orilla de la ría más espléndida, en la que se espeja. Todo contrasta con cielos de azul yodado, entre verdes jardines, al socaire de los vientos norte, en un remanso de paz. Las pequeñas embarcaciones pasan como en un desfile preciso, para buscar tesoros en forma de moluscos, mariscos, pescados...

 

Los privilegiados visitantes permanecemos extasiados, atentos al paisaje, a las olas menudas, a los pensamientos. Atentos a los acordes de  una sinfonía audible y visual...

 

Es momento de subir al camarote-habitación, asomarse al balcón, y también resulta imprescindible regresar a la vida...  Tras los reencuentros, los protocolarios y amigables saludos, en el comedor del piano, en los paseos hasta el centro de convenciones, en los coffee-break, todos parecen estar en el secreto del vínculo que nos une, que nos convoca con la periodicidad de los años. Sabemos que lo reservado ha de estar necesariamente fragmentado, dispuesto a la puesta en común discreta, ha de suponer el condimento de las conversaciones que se habrán de prolongar durante al menos tres días en un equilibrio entre lo público y lo que ha de permanecer en la prudente reserva.

 

Hay una parte pública, sí. Plena de contenidos en vanguardia, elusiva de lugares comunes, elevada a rango de excelencia por las autorizadas voces invitadas por Amancio López Seijas y Ana Sanjurjo, armadores, por su experimentada tripulación, con Marina y Clara, Carmen Martínez Castro... y el imborrable recuerdo de Josep Piqué. Pero hay también una convivencia privada en los almuerzos y cenas, en el Bar Inglés, en los corrillos y tertulias. En tres días se dará la vuelta al mundo de la actualidad, de las crisis y de las oportunidades.

 

En su VI edición, el Foro La Toja -marca comercial-, se celebrará en ese lugar en donde el mundo ha dado en llamarse A Toxa -topónimo-, atendiendo a sus planteamientos fundacionales como espacio común para el diálogo, la reflexión y la defensa de la democracia liberal. Acudirán como en ediciones anteriores el Monarca Felipe VI, Presidentes y ex responsables de gobierno, Felipe González y Mariano Rajoy;  representantes de instituciones europeas, como el Presidente del Consejo de Europa, António Costa; ministros; profesores universitarios; embajadores, analistas, historiadores, empresarios, editores y comunicadores. Puede que la ocasión sea algo más que propicia para apoyar la democracia, muy en especial en Venezuela, con sorpresa incluida, y se honrará con el prestigioso Premio Foro La Toja-Josep Piqué a Josep Borrell que, desde diciembre de 2019, ocupa el cargo de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.

 

El otoño dejará muchas hojas volanderas sobre cuanto, con luz y taquígrafos, se hable o se debata en A Toxa. En los diarios íntimos permanecerán apuntes discretos de utilidad para el común. Y el mundo seguirá con sus convulsiones y avances, pero será un poco mejor después de esta de esta puesta en común y reflexión, de esta nueva travesía de libertad y respeto.

 

Alberto Barciela

Periodista