El éxito de vivir del Turismo

Galicia representa un destino deseado y deseable. Lo ofrece todo a un precio competitivo, bajo el sol o a la sombra, en el interior o en la costa. Somos una tierra segura, con una estupenda gastronomía, productos de denominación reconocida -muy en especial los vinos-,  zonas verdes únicas, rutas de senderismo por paisajes inolvidables, trenes de alta velocidad y turísticos, una red de autovías fabulosa, que nos acercan a ciudades, pueblos y aldeas muy atractivos, gozamos de un comercio fabuloso, de museos espectaculares y de una gran asistencia sanitaria -algo que se valora especialmente en estos mementos-.

La normalidad pospandémica ha llegado a Galicia con el turismo, con ese reclamo de la marca local más significativa en el mundo, el Camino de Santiago -XACOBEO-, junto a Zara, pero a las que hay que sumar éxitos como Rías Baixas, Ribeira Sacra, o el mismo Grupo Nove, todo englobado por Galicia Calidade. Además, a lo largo de todo el año, se celebran fiestas gastronómicas como las del Cocido de Lalín o la del Pulpo de Carballiño, declaradas de interés internacional, las del Albariño o el Ribeiro, Estrelas no Camiño de Negreira, las patronales, los carnavales, Arde Lucus, las luces de Navidad de Vigo, los Vikingos de Catoira, o los festivales de música, cine, teatro, títeres, deportes, etc.

El renacer del Finisterre ha sido un éxito que hay que administrar con cautela y flexibilidad, manteniendo respecto al COVID, todas las prudencias, ciertos hábitos saludables, determinadas restricciones y algunos controles. Ahora, por razones climáticas, hay que custodiar con mayor esmero el agua de consumo y también la de las rías agua,  y cuidar más que nunca los espacios naturales y arbolados. Todos son temas esenciales y muy sensibles.

Galicia representa un destino deseado y deseable. Lo ofrece todo a un precio competitivo, bajo el sol o a la sombra, en el interior o en la costa. Somos una tierra segura, con una estupenda gastronomía, productos de denominación reconocida -muy en especial los vinos-,  zonas verdes únicas, rutas de senderismo por paisajes inolvidables, trenes de alta velocidad y turísticos, una red de autovías fabulosa, que nos acercan a ciudades, pueblos y aldeas muy atractivos, gozamos de un comercio fabuloso, de museos espectaculares y de una gran asistencia sanitaria -algo que se valora especialmente en estos mementos-.

Para los turistas, la objetividad se impone en la percepción y en la experiencia. El turismo no es neutral, es apasionado, emocional, supone millones de experiencias distintas, transmisibles desde una narrativa influyente, el boca a boca. Hablo de un sumatorio en positivo que incide en la valorización de la marca Galicia y de la gran acogida de sus buenas gentes.

El sector turístico llena las arcas de las administraciones, al tiempo que permite consolidar las inversiones de los empresarios y ofrecer empleo a los profesionales, bien formados en la Escuela Superior de Hostelería o en las Escuelas de Formación Profesional. En 2017, suponía el 10,4% del total del PIB de Galicia y el 11% del empleo. Es un ámbito que paga impuestos con los que se mantienen las pensiones, los hospitales, la educación o la conservación de los espacios naturales, las fuerzas de seguridad y los medios anti incendios. Es con la moda y la automoción, la mayor industria, una de las que crea más riqueza y empleo, y además lo hace de forma transversal, incidiendo de manera muy positiva sobre otros ámbitos empresariales.

Los visitantes ya están aquí, se han unido a los muchos gallegos y españoles que han contribuido a mantener la crisis. Pero, repito, el éxito hay que saber administrarlo. Los servicios han de ser impecables. Hay que atender la demanda con equidad: poder conseguir billetes de avión, tren o tomar un taxi; ofrecer plazas suficientes y horarios amplios para que sea posible disfrutar de una tapa en una terraza o en una barra sin aglomeraciones, o reservar en los restaurantes; facilitar la adquisición de entradas para un espectáculo o acceder a una catedral o museo-o al menos conocer las alternativas-, y obtener una atención adecuada en un hotel o en un comercio; no molestar a los vecinos.

Hoy existen posibilidades para evitar la gentrificación, para reconducir flujos y sortear frustraciones. Ese es uno de los objetivo fundamentales de los profesionales y de hecho lo es de todos: TURGALICIA, Clúster Turismo de Galicia, asociaciones de profesionales.

Galicia tiene que ser una experiencia impecable. Hay que ayudar a que los hosteleros y hoteleros encuentren personal cualificado, el nuevo plan de Formación Profesional de la Xunta puede ayudar a ello y mucho. Además hay que desestacionalizar, asegurar la conectividad de Galicia con España y con el mundo. Todo pasa por confiar en los profesionales.

Hemos intentar que la industria de la felicidad perviva en el éxito. Galicia es un país para vivir, visitar, invertir y sobre todo, disfrutar. Es verano, todo fluye, pero llegará el invierno, y hay que estar preparados para una crisis anunciada que ha de ser amortiguada por un plan inteligente de apoyo a un sector que nos hace felices y prósperos.

 

Alberto Barciela

Periodista

Miembro de la Mesa de Turismo de España