El arte de la familia Regojo

Pedro Regojo y su esposa, Poti, en Pazo Santa Teresa, Redondela (2019).
Nadie olvida los éxitos de Pedro Regojo -que acordó con Salvador Dalí otorgar nombre a unas camisas de rotundo éxito, o la fundación de la Sociedad Atlética Redondela (SAR)-, o los de su hermana Teté o los de su hija Belén. Aun hoy, un nieto de don José, Alejando Marques de Magallanes, hijo de Adriano y de Rita - imborrable fundadora de Aldeas Infantiles en Galicia-, sigue liderando Partenón, una textil de prestigio mundial.

Es difícil imaginarse la moda de Galicia sin dedicar un amplio capítulo a José Regojo y a su esposa Rita Otero, fundadores de una pequeña industria que acabaría por ser un imperio de prestigio internacional, base de un sector que alcanzaría cumbres impensadas con el grupo Galicia Moda, en el que figuran otros personajes esenciales de la Villa de los Viaductos ligados a esa escuela: Gene Cabaleiro, Pili Carrera o Telmo Tojeiro con Umbro.

En Regojo y/o Niza, entre otras marcas, se iniciaron personalidades como el lalinense Florentino o se fabricaron algunas de las famosas batas que vendía en su inicial comercio de La Coruña el gran Amancio Ortega. Sin todo ello quizás serían de otra manera cumbres como Adolfo Domínguez, Grupo Lonia -CH Carolina Herrera, Bimba y Lola, Purificación García-, Kina Fernández, Caramelo, Nanos, Do Rego & Novoa...

Nadie olvida los éxitos de Pedro Regojo -que acordó con Salvador Dalí otorgar nombre a unas camisas de rotundo éxito, o la fundación de la Sociedad Atlética Redondela (SAR)-, o los de su hermana Teté o los de su hija Belén. Aun hoy, un nieto de don José, Alejando Marques de Magallanes, hijo de Adriano y de Rita - imborrable fundadora de Aldeas Infantiles en Galicia-, sigue liderando Partenón, una textil de prestigio mundial.

 Los Regojo son una saga que ha tejido, destejido y sigue tejiendo hilos de la gran historia empresarial de España y Portugal. Claro que ha habido altibajos, pero en toda la trayectoria inmensa de esta familia predomina el afán de superación y perdurabilidad. Ahí están, en un esplendoroso ahora.

El mérito de los fundadores de esta dinastía se multiplica al hablar de su prolífica familia, ejemplar en muchos ámbitos económicos y sociales, señaladamente comprometidos con el bienestar de los demás, en un estar claramente cristiano, en su unidad. Para entender la urdimbre de este gran clan hay que guiarse por libros como el de Gracia Regojo Bacardí sobre su abuela, “Retazos de Una vida” de Adriano Marques, o el más reciente de Fernando Franco en relación a los “40 años de moda en Galicia”. Cada nombre: Juan Ángel, José “Recho”, Conchita ... Pepín, Josandro, Maite, ... cada primo o nieto representa un eslabón de un árbol genealógico de firmes raíces, presupone una trayectoria admirable, a veces muy discreta, que alcanza desde la relación y el trabajo con la Madre Teresa de Calcuta a las investigaciones medio ambientales en los Polos, el coleccionismo - don Adriano ha hecho donación al pueblo de Redondela de su magnífica colección de Sargadelos, visitable en la Casa de la Torre-, el arte, el deporte, etc. Es imposible citar a todos y todo cuanto han hecho, sí hay que significar su convenio firme con la creación de riqueza y empleo, con el bienestar social y, muy singularmente, con los más desfavorecidos.

Los Regojo capitanean la Fundación Filomena Rivero que, por voluntad de esta redondelana buena y generosa, tiene por objeto ayudar a la formación y educación integral, obras asistenciales, en definitiva la cooperación con los más desfavorecidos. Esta entidad organiza actividades como la conferencia que Miguel Falomir, pronunciará en Vigo sobre el Museo del Prado, que dirige, y sus perspectivas de futuro. En esta ocasión el mérito de la convocatoria les corresponde a Alejandra Regojo y a Telmo Tojeiro, un gestor cultural de lujo.

Todas las novelas, los textos, los poemas que atraviesan Galicia en sus historias, detienen un tren admirado en Redondela, no es extraño dada la calidad de los choqueiros.

Alberto Barciela
Periodista

Publicado en Faro de Vigo, 2-6-22