Ángel Carracedo, la referencia del saber útil

Anxo Carracedo, pionero de la medicina genómica.
El sabio, dicen, ha de ser curioso. Es el que se maravilla, advierte André Guidé, Nobel de Literatura. Pero seguramente, a Ángel Carracedo le gustará más la definición de Gregorio Marañón, humanista, liberal y científico español, cuando afirmó: “no hay orgullo comparable al de los tímidos. 

El sabio, dicen, ha de ser curioso. Es el que se maravilla, advierte André Guidé, Nobel de Literatura. Pero seguramente, a Ángel Carracedo le gustará más la definición de Gregorio Marañón, humanista, liberal y científico español, cuando afirmó: “no hay orgullo comparable al de los tímidos. La sabiduría no es extensión sino profundidad. La información (que se confunde con la sabiduría) convierte al cerebro en un almacén; pero la sabiduría no es saber cosas, sino saber comprender [y] crear, es una aptitud y no un amontonamiento de cosas. El que comprende una cosa y la sabe en su sentido profundo [ ] es, por lo tanto, un sabio.”

Los pensamientos, las palabras, se eslabonan como en una cadena genética, tratando de escribir el libro de la vida, esa obra colectiva que siempre estará incompleta, y que por lo mismo motivará a los seres de mentes privilegiadas en estimulantes indagaciones complementarias sobre lo qué somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, qué sentido tenemos y qué mecanismos nos permiten funcionar en una naturaleza en constante evolución, en la que todo muta.

Ángel Carracedo y Alberto Varela.

El profesor Carracedo podría ser ensalzado por sus múltiples méritos -muchos son los premios recibidos y más los merecidos que todavía faltan en su currículum, entre ellos el Princesa de Asturias y el Nobel, pero seguramente su sabiduría la expresa mejor su carácter afable, su sencillez formal, su comprensible discurso erudito, su capacidad de trabajo y su reconocible vocación de ser humano. Es un polímata con convicciones culturales, arraigos familiares, vocación y entrega, que se dice de Santa Comba, lo que quizás justifique su universalidad mundana, muy gallega también. Es el amigo y el profesor, en ese orden, que todos quisiéramos tener. Y debe convertirse en el referente de las próximas generaciones de científicos, muy en especial de los gallegos, no sólo en el ámbito académico sino, y en primer lugar, en la actitud vital.

Si los líderes han de tener una visión generalista, él es el referente que buscamos. Además, es pionero en muchos ámbitos. Es un pensador, un impulsor, un creador de equipos a los que enseña, muy en lo fundamental, a sonreír y a compartir. Los logros de este catedrático de Medicina Legal, investigador y experto internacional en genética, nacieron de la formación en el ámbito familiar de una aldea gallega, por ello es asimismo un ejemplo de superación, con sus padres y hermanos. Quizás por saber que el conocimiento empieza por discernir el mundo que rodea a uno, este profesor universitario sabe como pocos trasladar a sus alumnos la inquietud por conocer, aun antes que las asignaturas, sus circunstancias vitales, sociales, legales, económicas, etc. Es una forma de ser que supone la compasión tierna por los demás de un superdotado que duerme poco, reflexiona mucho, estudia, indaga, viaja, se relaciona y es estimado en todo el mundo y por cuantos conoce. Su empatía debería resultar contagiosa y sin vacuna.

Ángel Carracedo encontró tiempo - el suyo es especialmente valioso, más que para él mismo, para los demás-, para dialogar con los periodistas de la APG, liderada por la eficaz María Méndez. Con ser muchos y esenciales los invitados que nos han acompañado, pocos han conseguido decirnos tanto y de manera tan comprensible, con tato candor en el tono, y con tanto interés en el fondo y con compromiso con la tierra y sus gentes. Uno quisiera que los políticos y los responsables universitarios, lo escucharan con la misma devoción y con espíritu constructivo, eso nos curaría de tanta insania y estragos administrativos, como la jubilación forzosa de los sabios.

El libro de la vida ha de seguir leyéndose y escribiéndose para maravilla de los que saben lo que no saben y aun de los legos.

 

Alberto Barciela

Periodista