Descubre la majestuosidad de San Martiño de Verducido, testigo de una época floreciente
La iglesia de San Martiño de Verducido, en el Concello de A Lama, sorprende por su grandiosidad. En Verducido estaban censados más de 140 arrieros, según señala el Catastro de Ensenada, ya a finales del siglo XVIII. Por eso, el templo se construyó con gran capacidad para albergar a muchos vecinos, dado que aquella comarca tenía un momento de pujanza que provocó una superpoblación, explica Gonzalo Domínguez, párroco de Verducido, durante una visita de un grupo de estudiosos del patrimonio.
La gran ruta de arriería, a través de la Serra do Suído, confluía en Verducido para el transporte a los puertos atlánticos del vino del Ribeiro y otras mercancías del interior. Por eso, la comarca gozaba de buenas vías de comunicación –"autopistas" de la época, las llama el párroco– y una red de posadas –"hoteles", aclara el sacerdote–. Esto explica también el gran puente de Anceu –o de Verducido–, uno de los más importantes de la provincia en el siglo XVIII conocida como "a ponte de cinco ollos", que se dice románica, pero que no lo es. . Además de pasos importantes como "a ponte da Laxe", que salva el río Parada, o los pasos do Couñago, en Estacas.
Todo esto hacía necesarias grandes vías de comunicación comercial (con la llegada del maíz y la patata) –"autopistas", insiste el sacerdote– para comunicar la comarca.
Verducido estuvo a punto de ser ayuntamiento, pero ciertos conflictos vecinales provocaron que lo fuera A Lama. Hoy la parroquia cuenta con un centenar de casas.
Otra historia que engrandece a aquel Verducido es la de la Escuela de Fundación, que un vecino se empeñó en construir para que nadie fuese engañado, sobre todo las mujeres –como a él le sucedió– por no saber leer ni escribir.
La iglesia actual es de 1736. Probablemente antes hubo otra en el mismo lugar. Desde el año 1500 era parroquia, dependiente de Barcia de Mera, Covelo. Esa riqueza y la superpoblación de la comarca explican el tamaño de este templo, construido íntegramente en piedra. El patrono es san Martiño de Tours. El retablo mayor fue restaurado hace 15 años y en él destaca la imagen de Santiago peregrino, de gran calidad.
En una hornacina de los laterales hay una imagen de la Virgen con el Niño de impronta románica, pero con otros rasgos posteriores. Como curiosidad, el párroco, que era natural de Verducido, Arturo, que permaneció al frente de la parroquia casi 50 años, les decía a los feligreses que era una pieza de gran valor, "un tesoro", y que debía estar escondida. Enfrente, en el otro lateral, tiene una gran cruz sin crucificado que era utilizada en Semana Santa para representar el desenclavo de Jesucristo con un Cristo articulado que se guarda en una urna de cristal y que el párroco adelanta que se va a cambiar de lugar para estar más visible en la iglesia.
En la nave hay un san Martiño de Tours pétreo y también luce una talla de san Benito. En la entrada se conserva la gran pila bautismal.
En los exteriores hay otra pila bautismal que quizá fue la original de la primitiva iglesia y que hoy forma parte del jardín exterior.
Sobresale, asimismo, en los exteriores un túmulo funerario rematado en un pináculo –símbolo masónico– y otro túmulo, obra de la escuela del famoso cantero José Cerviño, cuya obra maestra es el cruceiro de Hío.
Las dos torres de la iglesia son posteriores: una de ellas de los años 50.
La iglesia es imponente y grandiosa, acorde con la gran proliferación de casas indianas, muchas de las cuales eran posadas en la comarca. Merece la pena la visita a este monumento para constatar su grandeza.