A los 50 combatientes de Ultramar de Vitorino das Donas
“Las marcas, visibles o no, dejadas por la guerra de Ultramar son transversales a la población de todas las regiones, de todas las aldeas de nuestro país”, afirma la presidenta de la 'freguesia' de Vitorino das Donas, Elizabeth Cerqueira. Y continúa: “Vitorino das Donas no es excepción. Muchas de nuestras familias también vieron a sus hijos partir. Son esos muchachos de 20 años y sus familias. Entre ellos hay ahora hombres de experiencia probada, padres, abuelos, maridos, tíos y padrinos que el pueblo de Vitorino das Donas pretende hoy homenajear. A todos queremos mostrar nuestro respeto, recordar su sacrificio y honrar sus vidas”.
La parroquia -'freguesia'- de Vitorino das Donas luce ya su monumento al soldado de Ultramar José Pereira Cerqueira que no regresó a su parroquia natal. El cabo de infantería Pereira fue muerto en combate y sepultado en Vila Cabral, al Norte de Mozambique.
La estatua en granito con un fusil metálico fue realizada por el escultor-artesano, Joãn Teixeira. La iniciativa es de la Junta de Freguesias y la idea del monumento y placas del Núcleo de la Liga de Combatentes de Ponte de Lima que contó para el evento con la colaboración de los Paracaidistas do Alto Minho y el apoyo de la Câmara de Ponte Lima.
La inauguración de la estatua, así como dos placas conmemorativas, una con los nombres de los 50 soldados de Vitorino das Donas que fueron desplazados a la guerra de Ultramar, contó con la presencia de autoridades, como el Secretario de Estado da Defensa Nacional, Marco Capitão Ferreira; Tenente-general Joaquim Chito Rodrigues, presidente de la Direção Central da Liga dos Combatentes y el también presidente del Núcleo de la Liga de Combatentes de Ponte de Lima, Manuel Oliveira. Estaban, así mismo, presentes representantes de la Câmara municipal de Ponte de Lima, con su alcalde a la cabeza, Vasco Ferraz.
Uno de los momentos más álgidos del acto fue la entrega de condecoraciones a título póstumo, de medallas conmemorativas de los 50 años de licenciarse a familiares de tres combatientes paracaidistas, uno de ellos fallecido en combate. Recibieron las respectivas condecoraciones:
En nombre del paracaidista Manuel Barros Lima recibe la respectiva condecoración la hija Diana Lima;
En nombre del paracaidista Manuel Marinho da Silva Luciano recibe su hija Luísa Luciano;
En nombre del paracaidista Joaquim Gonçalves Fiúza da Rocha, su hermano João Fiúza Rocha.
Abrió el turno de intervenciones la presidenta de la ‘freguesia’ de Vitorino das Donas, Elisabete Cerqueira Ribeiro Gomes. Con palabras del historiador Miguel Aurea de Campos Tovar explicó la esencia de todo monumento. “Rescatar del olvido lo que es digno de ser recordado”. Cerqueira afirmó, siguiendo a Aurea de Campos, que “un monumento materializa en el espacio público, con su perennidad, ese intento de memoria”.
Siguió diciendo que un monumento es aquello que mueve a la mente, con referencias a escritos del Cardenal Saraiva. El monumento mueve al encuentro con los ausentes arrancándolo de la tiranía de las circunstancias y del horizonte inmediato. Por la voz de la piedra, los muertos se insinúan, nos hablan. La voz del granito es una voz ruda pero perenne. Y deseó Cerqueira que sea puente de encuentro entre presentes y ausentes. En definitiva, una provocación a la tiranía del tiempo y del olvido.
Después, el discurso de Elisabete Cerqueira se hizo más personal y explicó detenidamente las circunstancias de los combatientes naturales de Vitorino das Donas llamados a combatir por Portugal en tierras de África. Esto sucedió en todos los ejércitos de las fuerzas Armadas portuguesas.
Se prolongó durante 13 años la llamada guerra de Ultramar o de Liberación. Su inicio fue en Angola en 1961 y se extendió a Mozanbique y posteriormente a Guinea Bissau.
Cerqueira concretó que, entre 1961 y 1974, “se estima que el 90% de los jóvenes portugueses, con 20 años, fueron movilizados para cumplir un servicio militar obligatorio que duraba entre 2 y 4 años. Y, por norma, el combatiente pasaba por un periodo de recluta y después una comisión de servicio en Ultramar en el frente de la guerra”.
Durante las décadas de los 60 y 70, fueron muchos los jóvenes que huyeron de la guerra a otros países extranjeros cercanos, no prestando el servicio militar obligatorio.
Fueron muchos los que dejaron su hogar, familia y tierra natal. Alguno por primera vez salieron de casa dejando a sus madres, novias y esposas. Siempre con la incertidumbre de su regreso por defender Portugal.
Con la revolución de Abril, 1974, que señaló el fin del conflicto armado, también se acabó por olvidar a los combatientes de África, de la guerra colonial. “Se encerraron los recuerdos y vivencias de ese periodo”, afirma la presidenta de la ‘freguesia’. “Se borraron esas marcas en una perniciosa indolencia colectiva”.
“Pasados más de 50 años, el silencio, el tabú, la indiferencia y el abandono comenzaron a dar espacio al conocimiento de la dignidad, del esfuerzo de centenares de ciudadanos que no se integraron en el servicio militar (…)”.
“Las marcas, visibles o no, dejadas por la guerra de Ultramar son transversales a la población de todas las regiones, de todas las aldeas de nuestro país”.
“Vitorino das Donas no es excepción. Muchas de nuestras familias también vieron a sus hijos partir. Son esos muchachos de 20 años y sus familias. Entre ellos hay ahora hombres de experiencia probada, padres, abuelos, maridos, tíos y padrinos que el pueblo de Vitorino das Donas pretende hoy homenajear. A todos queremos mostrar nuestro respeto, recordar su sacrificio y honrar sus vidas”.
Son 50 los hijos de Vitorino das Donas que lucharon al servicio de Portugal en tierras más allá del mar. Todos regresaron vivos, excepto uno, el primer cabo de Infantería Xosé Pereira Cerqueira. Éste no regresó.
“El homenaje de Vitorino das Donas a sus combatientes no acaba en esta ceremonia ni en este discurso. El nombre, lugar y fecha de los 50 combatientes de Ultramar quedan grabados para la Historia en las placas y en la estatua del héroe muerto en combate. El memorial de nuestros combatientes de Ultramar con este monumento y toda su belleza y dignidad va a materializar este homenaje y proyectarlo en el tiempo y en el espacio”.
Y añadió Cerqueira: “Delata todo el orgullo que la población de Vitorino das Donas siente por sus héroes. Este mural estimulará a los más jóvenes y a las generaciones futuras, que un pueblo con memoria es un pueblo con historia y, justamente, un pueblo con futuro”.
Después vinieron las intervenciones del alcalde de Ponte de Lima, Vasco Ferraz. Del presidente del Núcleo de Combatentes de Ponte de Lima, del Tenente-general Joaquim Chito Rodrigues, y finalmente del Secretario de Estado da Defensa Nacional, Marco Capitão Ferreira. Asistió representando a Galicia, la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de la Provincia de Pontevedra, la Hermandad de Regulares de la Provincia de Pontevedrala Hermandad Guardias Civiles Auxiliares Pontevedra y entre ellos estaba invitado Antonio Troncoso de Castro, Coronel auditor del Cuerpo Jurídico Militar y ex Fiscal del Tribunal Supremo del Reino de España.
El tiempo fue excelente y se pudo celebrar al aire libre el evento. Éste fue precedido de la santa Misa, que concelebraron dos sacerdotes con el Padre Paulo Gomes, y el coro de la agrupación cultural y musical de Vitorino das Donas realzó la ceremonia. Unas 200 personas vivieron el homenaje a los combatientes de Ultramar. Que terminó con un almuerzo de confraternización en un restaurante radicado en Vitorino das Donas.