5.500 nuevos casos de cáncer de endometrio en 2017 en España
El cáncer de endometrio es el tumor maligno más frecuente del aparato reproductor femenino, y el segundo con mayor mortalidad. Con todo, tiene una alta tasa de curación en estadios iniciales y una supervivencia a los cinco años de entre el 80 y el 85 por ciento. Por eso, la prevención y la detección precoz son fundamentales. La coordinadora de ginecología y obstetricia del Hospital Vithas Vigo, la doctora Rosa Darriba Marino, recomienda estar muy atenta a los síntomas, fundamentalmente al sangrado anómalo, y la conveniencia de realizar revisiones ginecológicas completas de manera periódica.
La ginecóloga del
Hospital Vithas Vigo Rosa Darriba explica que el endometrio es la mucosa que
recubre el interior del útero, que -en cada ciclo ovulatorio de la vida fértil
de la mujer- sufre “una serie de cambios para, en caso de que se produzca la
fecundación, estar receptivo y facilitar la implantación del embrión y la
formación de la placenta”.
El cáncer de endometrio
es el tumor maligno más frecuente del aparato reproductor femenino y el segundo
en mortalidad después del cáncer de ovario. Es, también, el tercero, en
frecuencia en la mujer tras el de mama y el de intestino. En 2017, en España,
se registraron 5.500 nuevos casos; y en los últimos 30 años, el incremento en
el número de diagnósticos y de la incidencia, es de un uno por ciento anual,
asociado a una mayor mortalidad provocada por esta enfermedad.
Los factores de riesgo
más frecuentes en este tipo de cáncer son la edad avanzada, la obesidad, la
diabetes, la hipertensión arterial, el síndrome metabólico, el inicio temprano
de la menstruación, la menopausia tardía, la exposición a estrógenos exógenos
sin contraposición de gestágenos, los ciclos anovuladores como el síndrome de
ovario poliquístico, no haber tenido hijos, los antecedentes de cáncer de mama
y tomar tamoxifeno, un tratamiento para el cáncer de mama.
Aproximadamente cuatro
de cada diez casos se diagnostican en mujeres de 65 años o más y frecuentemente
se asocia con otras enfermedades, lo que en ocasiones dificulta el diagnóstico
y tratamiento. Otro 25 por ciento de los casos se diagnostica en mujeres de
menos de 55 años; y entre el cinco y seis por ciento, en edades comprendidas
entre los 35 y 44 años.
EL SANGRADO ANÓMALO, PRIMER SÍNTOMA
Esta patología no se
detecta con las citologías periódicas, por lo que la Dra. Darriba recomienda
estar muy atenta a los primeros síntomas, y consultar con un especialista
cualquier duda al respecto.
El diagnóstico se
produce después de una serie de pruebas y una investigación por parte del
especialista en Ginecología y Obstetricia. La Dra. Rosa Darriba, coordinadora
del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Vithas Vigo, recomienda
consultar siempre con el especialista cualquier sangrado genital anómalo, ya
que es un “signo fundamental de sospecha y debe de ser siempre investigado”,
tanto si se trata de pérdida de sangre o flujo rosado o marronáceo en la
postmenopausia, las pérdidas intermenstruales o menstruales anómalas, o
abundantes en la perimenopausia; o las secreciones purulentas por los
genitales.
También es importante
tener en cuenta la posible existencia de lesiones precursoras (como la
hiperplasia, hiperplasia atípica, o pólipos con atipias) que se pueden detectar
y tratar gracias a las revisiones ginecológicas periódicas.
Ante estos casos, es
recomendable hacer una ecografía transvaginal o transrectal para visualizar el
endometrio. Cuando esta imagen, bien por su grosor, bien por sus
características ecográficas confirman la sospecha, es aconsejable realizar,
también, una biopsia de endometrio, que se puede hacer directamente o tras
la realización de una histeroscopia, lo que permite ver directamente la cavidad
uterina y realizar la extracción de tejido bajo visión directa.
Tras la confirmación
del resultado de la biopsia se realizan otras pruebas para el estudio de la
extensión de la enfermedad, como son una resonancia, una analítica y un TAC,
entre otras.
Tratamiento
quirúrgico
El tratamiento es quirúrgico en todos los casos, salvo en los que exista una contraindicación médica. En función del resultado de la cirugía, el tratamiento se podrá completar con radioterapia y/o quimioterapia. Este tipo de cánceres tiene una alta tasa de curación en estadios iniciales, con supervivencias globales a los cinco años de entre el 80 y el 85 por ciento de los casos.
La cirugía de cáncer de
endometrio dependerá del tipo de tumor, de la penetración de este en el
miometrio (la pared del útero que rodea al endometrio) y del resultado de las
pruebas. La intervención consiste en una histerectomía o extirpación del útero,
de las trompas y ovarios. Además, en ocasiones, se realiza una linfadenectomía,
que es la extirpación de los ganglios de la pelvis y de los ganglios que están
alrededor de la arteria aorta y la vena cava, y otros tejidos.
Debido a la delicada
zona en la que se debe de trabajar, el abordaje laparoscópico asistido por
robot es, según la cirujana Rosa Darriba, la mejor opción, puesto que “ha
demostrado su eficacia” especialmente en las pacientes con comorbilidad
asociada.
De hecho, las
intervenciones quirúrgicas realizadas con Da Vinci son más efectivas, de más
alta precisión, y mínimamente invasiva, aumentando la calidad de los
resultados.
Esto se traduce en
mayores tasas de curación, menor tiempo de hospitalización; una considerable
reducción del sangrado durante la intervención y, consecuentemente, las
posibilidades de transfusión; un mayor grado de precisión del cirujano, con un
rango de movimiento muy superior a la mano humana; y, al mismo tiempo,
minimizando el riesgo de complicaciones quirúrgicas y postquirúrgicas. También
garantiza una mejor funcionalidad y una vuelta más rápida a la vida normal.
La doctora Rosa Darriba cree que la cirugía robótica con Da Vinci es “más delicada, limpia y respetuosa” que cualquier otra técnica quirúrgica; y aunque en Galicia sólo se utiliza en el Hospital Vithas Vigo para ginecología, su uso en esta especialidad está autorizado desde 2005. Desde entonces, en Estado Unidos su uso ginecológico ha ido creciendo sustancialmente hasta el punto de que en 2018 aumentó un 48% respecto del año anterior.