In Memoriam

Jesús Pérez Varela

(Redondela, 19 de abril de 1949-Santiago de Compostela, 16 de enero de 2025)

Por esas raras cosas contingentes de la vida, caprichosas, inexplicables, también por su enfermedad y aislamiento escogido, nos hemos privado durante años de las risas, de las conversaciones sobre miles de anécdotas, de charlas trascendentes... Pese a todo, aun hoy lo siento como a un hermano mayor, como el inspirador de mi vocación, mi maestro y una de las personas a las que más tengo que agradecer. Pero como él bien decía, “la vida es breve y pródiga del lado ingrato”, y lo cierto es que hemos vivido muy distantes desde 1999, año en que nuestros caminos se separaron casi definitivamente.

 

Le vi por última vez en el funeral de un gran amigo suyo, y del mejor mío, el de mi padre, José Barciela, en Redondela, el 2 de enero de 2023, también coincidimos ocasionalmente en algún almuerzo con comunes buenos amigos.

 

Más 25 años de ausencias no lo fueron de olvidos, siguieron siéndolo de profundo respeto. La vida, como diría Borges, presupone transitar caminos que se bifurcan y los nuestros, el de Suso -así le llamé siempre- y el mío, adquirieron la distancia tonta de la que bien advierte el viejo proverbio: “no dejes crecer la hierba en el camino del amigo.” Por desgracia, entre nosotros dejamos crecer casi un bosque a lo largo de un cuarto de siglo.

 

“El papel lo soporta todo”, era una de sus frases preferidas cuando hablaba de comunicación, incluso puedo decir ahora que las letras son capaces de sustentar la emoción y las lágrimas por perder en lo físico a una persona admirada, pero sé que su recuerdo permanecerá imborrable en mi corazón.

 

Trabajamos juntos en el Senado de España y luego, ya en Galicia, en la Xunta de Galicia, en el equipo más cercano a Manuel Fraga Iribarne, junto a José Luis González Sobral, Dositeo Rodríguez o Pablo Figueroa. Él, Jesús, y el León de Villalba, don Manuel, eran viejos amigos, lo que facilitaba la relación y la sinceridad, asunto importante dada la personalidad de ambos, se apreciaban y se toleraban, lo que serenaba no pocos desencuentros puntuales. Por fortuna, los problemas se solventaban en la sincera confianza de dos seres que hallaron en a Terra, Nai e Señora, sus últimos grandes retos profesionales y políticos. “Trabajamos por Galicia”, decían ambos, “no lo olviden nunca”.

 

Es evidente, Galicia sería otra sin el Petrucio y también sin “Jesús del Gran Poder”, con su “ejército de Pancho Villa”, como irónicamente llamaba el de Redondela a sus más estrechos colaboradores -Chema Veloso, Olga González Alonso, José Manuel Merelles, Carlos Varela Castiñeiras, José Manuel Agra Adán, Sara Dobarro, María Boza, Pablo, Pilocha, Manolo Gallego, Fernando González Macías, Javier Llovo, Xoan Crespo, Paco Barros...-, primero en la Secretaría de Comunicación y luego en la Consellería de Cultura, Comunicación Social y Turismo. Yo tuve el honor de servir en aquel batallón como Director del Gabinete de Comunicación del Presidente y de la Xunta, fui la mano derecha de Jesús durante los cuatro primeros años de los 16 que duraron los sucesivos mandatos, sin duda fue la mejor etapa de mi vida.

 

La proyección mundial de Galicia en aquel momento, con Galicia Calidade, los XACOBEOS de mayor éxito, Galicia Única, la Escuela Superior de Hostelería, la Cidade de la Cultura, la red de telecomunicaciones, el CGAI, patrimonio, los patrocinios y otros muchos asuntos, presupusieron entendimientos de vanguardia para un territorio que entonces pasó a convertirse en una referencia en el Estado español y en una Comunidad moderna, bien comunicada, vinculada a sus hijos residentes en el exterior y dispuesta a conquistar el mundo global. Y lo hicimos “Xuntos”, contando con todo el mundo, pensase como pensase, con un talante abierto.

 

En el núcleo de Jesús hay más nombres, por supuesto: Andres González Murga, Aurelio Miras, José Manuel García Iglesias, Ángel Sicart, Luis G. Tosar, Gerardo Rodríguez, José Manuel Soto, Rosanna López Salgueiro, Pilar Corredoira, Xavier Senín, María Antón... Primerísimas espadas, catedráticos y profesionales de categoría. Y es que Suso creía en su gente, les exigía y también sabía reconocerles sus méritos. Siempre buscaba a los mejores, como Francisco Campos, que dirigió la CRTVG en la época de mayor expansión, audiencia y creación de riqueza y empleo en el audiovisual gallego.

 

Decisiva fue también la implicación de Pérez Varela en las campañas electorales del partido Popular de Galicia. La del 1993 mantiene el récord con 43 diputados. Pero esa es otra historia.

 

“Lo bueno es enemigo de lo óptimo”, nos repetía Jesús de modo insistente, y con eso debemos quedarnos, en una estrategia de consuelo muy próxima a aquel categórico “ni una mala palabra, ni una buena acción”, la misma que él aplicó ante tantos poderosos enemigos y, lo que es peor, en la evidencia de las desatenciones que le esperaban de en momentos posteriores, que aupados por nuestro trabajo, intentaron y permitieron hasta lo indecible -al menos de momento- obviar un excelente trabajo al servicio de Galicia. Xepeva - así le apelaban sus amigos de juventud de Lugo, entre ellos Fernando Ónega-, sabía lo que iba a ocurrir y advertía, con las letras de tango: “El día que esté secas las pilas de todos los timbres que vós apretás...” Él sabía que la ignominia persigue al que ostenta el poder, por eso superó con gallardía el lado amargo de las cosas, sin culpar a nadie por ello.

 

Jesús Pérez Varela, nacido en Redondela -la referencia de su terruño esencial- en 1949, fue un gran periodista, ocasionalmente político, que no eludió nunca la controversia y el humor -su ironía choqueira no siempre fue bien comprendida-. Era muy divertido y gran amigo, hizo muchos favores. Me consta que ha dejado a buen recaudo muchos escritos clarificadores de la historia reciente de Galicia y de España. Sabía tanto que hasta en sus últimos tiempos logró ser prudente. Muchos serán los que le recuerden con objetividad y, por lo mismo con admiración y cariño, esos son los buenos y eso es lo que en verdad importa.

 

Jesús Pérez Varela fue grande y generoso, bien lo sé.

 

Mi más sentido pésame a su familia, a mis queridos María Luisa, su esposa, y a sus hijos Nacho, Yago e Iria, a sus nueras y a sus adorados nietos.

 

Descanse en paz mi inolvidable amigo.

 

Alberto Barciela

Periodista