Los turistas valoran la seguridad de España

Un guía turístico dirige a un grupo de visitantes de Santiago de Compostela. ARCHIVO.

El ser humano, fundamentalmente como turista reclama seguridad, física y sanitaria. Trata de vivir las experiencias de las poblaciones que considera felices, como la española, y busca remansos de paz. En un momento grave en el que Ucrania y Rusia han dejado de ser unos de esos ámbitos, España es considerada por los viajeros como un destino cercano, seguro y de fácil acceso, un verdadero refugio lleno de atractivos, capaz de  proyectar en el exterior una imagen de confianza.

Estamos ante un conflicto profundamente inhumano de consecuencias globales, una eventualidad que ha transgredido el ya de por sí arduo camino hacia la normalidad pos COVID, en todos los órdenes y que, en el mundo del viaje, ataca de lleno a las expectativas más optimistas, esencialmente en largas distancias.

Una situación como la provocada por Putin en Ucrania, además del execrable genocidio que representa, altera la economía mundial, de modo muy significado con sus repercusiones sobre el tráfico aéreo, los precios de la energía, la inflación, la inestabilidad de los valores bursátiles, las inversiones, o, como es comprensible, la emisión desde los países en conflicto o sus áreas de influencia, en este caso, los países nórdicos. Aun a expensas de la evolución de los acontecimientos, imprevisibles en sus consecuencias finales, el conflicto está afectando ya a toda la cadena turística mundial.

Por eso hay que valorar y mucho que los turoperadores mantengan las reservas a España, fundamentalmente a la Costa Mediterránea, desde Cataluña a Valencia, Murcia o Andalucía, y a las Islas Baleares y Canarias, pero también a Madrid u a otras ciudades de relevante interés internacional. Las reservas a partir de mayo y para la etapa estival superan ya en algunas zonas el 80 % de la referencia de 2019, el año récord. Aun así, hay que reseñar que la mayoría de los clientes han realizado su pre compra sin desembolso alguno y sin penalización por anulación.

Los datos recabados por la Mesa del Turismo de España permiten mantener un serio y prudente optimismo, pues los indicadores reales, de reservas realizadas, se corresponden con los de países esenciales para nuestro mercado, como Gran Bretaña y Alemania, Bélgica y Holanda.  Queda por conocer el comportamiento de mercados tan relevantes como Italia y Francia, que ofrecen también indicios muy positivos, pero que, como es acostumbrado, han de concretar más tarde los resultados generales.

La Semana Santa parece que seguirá la tónica positiva, con el consumo turístico nacional al alza. Las reservas superan ya el 80% de ocupación en muchas zonas. Son turistas españoles, pues estas celebraciones indicen menos de lo que podría estimarse en la llegada de viajeros internacionales.

En opinión de la Mesa de Turismo son poco gratificantes sin embargo las expectativas del turismo de negocios, pues los nuevos modelos de relación comercial surgidos del COVID y la inestabilidad internacional, han retraído la recuperación de este segmento. Solo las referencias anticipadas de ferias como ALIMENTARIA y HOSTELCO, con altas expectativas, invitan a confiar en una mejoría en a medio plazo.

En contra, se confirma, un notabilísimo descenso de las reservas del turismo nacional hacia el exterior. Los españoles preferimos, al menos de momento, quedarnos en casa, lo que no es especialmente bueno para las agencias de viaje, para los transportistas o para las grandes cadenas hoteleras de nuestro país con presencia en mercados exteriores.

La ausencia de turismo ruso y la desaceleración del de largas distancias, Australia, EEUU, Asia, afectará a zonas muy concretas, dependiendo del caso, y a los segmentos de lujo.

Desde los inversores hasta los viajeros, a nadie le gusta la incertidumbre. Inconstancia, oscilación, desequilibrios, promueven indecisiones y titubeos.

De momento, España está a tiempo de ofrecerse como ese destino seguro que se nos reconoce. Hemos de aprender que de manera permanente hay que contar con una estrategia de crisis flexible, que formaría parte de lo que se reclama desde el sector: un Plan Estratégico Nacional para el Turismo, centrado en la unidad en la localización de oportunidades y la promoción exterior; el reconocimiento de las administraciones, singularmente de la central, como reconocimiento a lo que la industria aporta a a las arcas públicas; la bajada de impuestos, transparencia en las ayudas europeas, formación, desestacionalización, conectividad, transformación digital, recuperación de destinos maduros, conservación medioambiental; etc. Hay muchos deberes pendientes pero también tenemos las mejores empresas y los profesionales para afrontarlos.

Hoy más que nunca, España sigue siendo el mejor destino del planeta.

Alberto Barciela

Periodista

Miembro de la Mesa del Turismo de España